Verdades difíciles

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(ESA FOTO ES TAN AAAAAAAAAAAAAH)

En un principio era muy desesperada, lo único que quería era que llegara a estar dentro, después aprendió a contemplar lo demás, y ahora ya es toda una especialista en disfrutar cada pequeña parte de estar a mi lado.

Hoy fue un día largo, mi linda Minari insistió en ir de paseo, así que la llevé por todas partes. Ella sufrió dolor de pies, poe eso la cargué un poco en mis brazos, cosa que le gustó mucho.
El problema fue que al llegar a casa, después de una siesta, de dejarnos llevar por los besos y el amor, notamos que ambas estabamos demasiado cansadas como para volver a salir, a cenar, por esa razón decidimos comer sándwiches y beber algún jugo de todos los que habíamos comprado.

El maldito jugo de naranja.

Su desnudo cuerpo reposaba sobre el sillón, boca abajo, mientras yo acariciaba la parte superior de su espalda, principalmente con mis dedos índice y mayor.
Mi torso estaba medianamente encimado en ella, casi sin tener mucho peso.— ¿Cómo te sientes? —Le pregunto al escucharla bostezar.

— Estoy tranquila. —Su cabeza se mantiene apoyada en sus manos, viendo a las oscuras maderas consumirse por esa flama roja que nos entrega un suave calor.— Algo dormida, a decir verdad. —Agregué un dedo más y dejé muchos besitos en su hombro.— y... Feliz.

— ¿Qué te hace feliz? —mis labios fueron a sus costillas, siempre con amor, mientras mis dos manos continuaban acariciandola.

— Creo que todo lo que pasó hoy, lo del paseo, y el viaje de ayer... —Pasé por su columna, tomándome mi tiempo, subiendo poquito a poco.— Estar contigo en sí es muy lindo. Sabes cómo hacerme feliz. —Al llegar a su cuello paré de dejar besitos, para continuar acariciandola.

— Me alegra saberlo. —Tomé un cigarro de mi caido pantalón y, cuando ella oyó el sonido del encendedor, suspiró molesta.

— Eso va a matarte. —aspiré del tubito ignorando lo que dijo, y atraje el cenicero.— Es la cuarta vez hoy...

— Eso es porque estuve tranquila y desestresada, generalmente es más. —dejé otro beso en su espalda.

— Deberías dejar eso ¿Sabes lo que le haces a tus pulmones? Es como un suicidio lento, el más torturoso de todos. —Suspiré.

— Mina, fuí conciente de lo que le hacía a mis riñones con el alcohol, y soy consciente de lo que le hago a mis pulmones. —Volví a aspirar.— Mi vida es un suicidio eterno, de hecho, así es como voy a morir.

— ¿Quieres suicidarte?

— Mira: Cuando mi hijo crezca ya no me necesitará, Momo tendrá una vida sana con alguna señora adinerada, Tzuyu estará en un casino destruyéndose, Dahyun tendrá una prospera vida llena de mujeres a las cuales tendrá que mantener, tú tendrás un trabajo estable y una familia... —Solté aire.— A mí me diagnosticarán cáncer, perderé la memoria, tendré problemas de muñeca y estaré notoriamente loca. —Mis ojos se fijaron en uno de sus lunares.

— Pero... Para todo eso hay salida, Jeong, no tienes por qué suicidarte.

— De vieja seré débil, por lo tanto será fácil y rápido morir. —Comencé a viajar con mis dedos por sus lunarcitos, como dibujando constelaciones.— sería un romántico final. La cereza en este postre que es mi vida.

— ¿Entonces eso querías? —Murmura.

— ¿Cuándo?

— Cuando tuviste el coma etílico.

— Sí. Sabía que lo había perdido todo, no valía la pena seguir. —Suspiré.— aunque en realidad no fue solo un coma etílico, esa noche estaba muy drogada...

Mantenimiento - Jeongmi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora