Mi casa es tu casa.

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Garchamos sin parar a partir del momento en el que Mina decidió besarme con pasión. Lo hicimos hasta que nos dió hambre y decidimos ir a comer.
No le pregunté por los moretones en sus piernas, o su espalda, porque entendía que, si ella hubiera querido, me hubiera hablado al respecto.

Ya en la ciudad a la ciudad, entramos a una cafetería. Pedimos un par de cosas para llevar y fuimos a comerlas en el parque de en frente.
Ella usaba unos lentes de sol que eran lo suficientemente grandes como para cubrir la marca en su cara. Yo la odié por usarlos y se los quité, pero ella me odió a mí por hacerlo y me dijo.- ¿¡Qué haces, idiota?!¿No ves que soy horrible?

Yo, con algo de pesar, tomé su mano y le dí un beso en ella.- Eres absolutamente hermosa, y te quiero, te quiero muchísimo. -Cerró sus ojos.
Yo acaricié su mano lentamente, y ella dejó caer su cara en mi pecho. No lloraba, no lo había hecho desde que salimos de la casa, pero pronto lo haría.

Acaricié muchas veces su cabello, ignorando todo lo que sucedía a nuestro alrededor.
Empecé a pensar en todo lo que le pudo haber pasado durante toda su vida; no parece muy alterada, por eso creo que es algo rutinario; Me dolió pensar en todos los golpes que ha ocultado, en todas las noches en las que no pudo evitar llorar por ello.
Entonces, con amabilidad, cariño y calma, le dije.- Mina... -Me costaba decir las cosas sin ofenderla.- No quiero sonar inoportuna, tampoco quiero desubicarme o que te enojes conmigo por lo que voy a decir, pero... Realmente me preocupas y no creo que sea una buena idea que estés en un lugar en el que no puedes mantenerte segura. -Se separó lentamente de mí, para sentarse, sin mirarme, mostrándome un serio perfil, y tomar un poco de su té.- y quiero que sepas que, si quieres ir, mi casa siempre estará abierta para ti. Si vas no es necesario que duermas conmigo, digo, podría incomodarte, pero tengo muchas habitaciones vacías con camas muy cómodas.

Sus ojos estaban en mis manos, yo iba a tocarla, a apoyar mi mano en su pierna, pero ella se levantó y se fue, dejando el rastro de su voz en el aire.- Voy al baño.

La esperé durante cinco minutos, obviamente sabía que se había escapado solamente para poder sentirse mal y llorar, cuando pasaron seis me levanté, tomé nuestras cosas y fui a la cafetería, entrando a la zona de baños. Al entrar al de "Damas" escuché su silencioso llanto. Me acerqué a la puerta, pero antes de que pudiera irme ella habló.

- ¡Vete, no te quiero cerca!¿¡No ves que vine a esconderme para que no me encontraras?! -Su voz me destrozó.

- Eres muy mala para jugar a las escondidas, probablemente lo harás mejor la próxima vez. -Al no escucharla reír suspiré.- Déjame verte...

- ¡No! -Cerré mis ojos.- Me quieres y no quiero que me quieras porque no me merezco tu querer...

- ¡Claro que sí! Mereces que todo el mundo te quiera porque eres una chica increíble. No es tu culpa que tu vida esté llena de tempestad, eres la luz de cada estrella del universo. No es tu culpa estar rodeada de tanto vacío y oscuridad.

No obtuve respuesta, eso me hizo sentir muy mal.

- Está bien Mina ¿Quieres que me vaya?¿Quieres que no te quiera? Está bien, nos vemos afuera. -Estaba a punto de irme, estaba poseída por una furia que desconocía de amor, pero me encadenaron de la muñeca y mi cuerpo se vió envuelto en los brazos del mar, el mar más azúl, que me pedía disculpas con besos y me susurraba olas de cariño.

- Lo lamento, lo lamento mucho... Si quiero que te quedes y que me quieras.

Noche del Domingo.

Ninguna de las dos habló de lo sucedido, yo porque no quería decir nada que la enojara, ella porque no quería decirme la verdad, no en su totalidad.
Pero ahora no le importó nada, y dijo.- Jeongyeon... No tienes que preocuparte por mí, estaré bien, no me pasará nada malo. Fue una sola vez, pero no se repetirá.

Mantenimiento - Jeongmi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora