¿Qué pasaría si Blair y Jesse no se encontrasen en el mismo equipo?
16. Diferentes bandos
Declan nos había reunido para acompañarle a una reunión, cito, sumamente importante. No teníamos ni idea de qué se trataba, sin embargo, conocíamos el lugar de destino: Albuquerque.
Casi cinco horas de conducción que se me harían eternas, más aún conociendo mi cerebro, el cual no cesaría de bombardearme con recuerdos dolorosos y desagradables de mi niñez allí.
Al montarme en el coche, los temblores en mis manos fueron la clara señal de que necesitaba aquellos polvos mágicos en los que me refugiaba del sufrimiento de mi vida pasada. Saqué la bolsita que guardaba en mi bota militar, rebuscando con la otra mano en la guantera hasta encontrar un CD que me serviría.
—¡Vamos, Blair! —gritó un compañero dándole golpes a mi capó— No tenemos todo el día.
Le saqué el dedo corazón con rabia a la vez que se daba la vuelta, y sorbí una última vez limpiando los posibles restos blancos debajo de mis fosas nasales. Ahora sí, sonreí apretando las manos en el volante, estaba lista para mi regreso a Nuevo México.
Llegamos al lugar acordado, pero allí no había nadie. En medio del desierto, Declan, el calvo a mi lado, y yo esperábamos acalorados a unas personas que no conocíamos.
—¿Quieres? —el hombre junto a Declan me tendió la caja de cigarrillos amablemente, pero negué arrugando la nariz. No me gustaba esa marca de pitillos, yo solo fumaba Wilmington.
Inconscientemente, aquella marca de tabaco condujo mis pensamientos hacia una persona que me hizo sonreír. Esa misma persona era la que me había enseñado a encender mi primer cigarro, el cual fue, casualmente, Wilmington.
—Ya deberían estar aquí —refunfuñó Declan ojeando su reloj de pulsera.
Las gotas de sudor comenzaban a recorrer mi espalda, por lo que decidí ir hacia mi coche a dejar la sudadera negra que llevaba puesta. Mientras cerraba la puerta del piloto tras tirar la prenda, el motor de un vehículo llegó a mis oídos.
Me posicioné un par de pasos por detrás de mi jefe, metiendo las manos en los bolsillos de mi pantalón deportivo para parecer algo más dura. Odiaba que me subestimasen por ser mujer, sabía que tenía más valor que mucho de mis compañeros, y solo Declan parecía verlo. Sin nada que perder, ¿qué más me importaba morir en un tiroteo? Eso era lo que me diferenciaba de los demás, no tener familia ni nadie querido cerca de mí. No tener nada por lo que luchar.
Un elegante coche antiguo frenó a pocos metros de nosotros, levantando una humareda de polvo que me hizo toser.
—Capullo —me quejé cerrando los ojos.
—Me alegra que hayas venido —habló un hombre mayor de vestimenta oscura al salir del vehículo.
—Me sorprendió tu llamada —le respondió mi jefe acercándose a él.
—Espero que para bien.
Permanecí en mi posición, sin embargo, la mirada se me fue al joven que salía del asiento del copiloto con una garrafa blanca entre las manos. Levanté una ceja, analizando el perfil familiar del rubio. Pero, no fue hasta que su manga resbaló ligeramente por su antebrazo al dejar la garrafa en el techo del coche, que pude divisar el tatuaje de su mano. Era Jesse.
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Jesse Pinkman || One Shots
RandomHistorias cortas sobre Breaking Bad en las que tú puedes ser la protagonista. //PEDIDOS ABIERTOS// Aclarar que, la mayoría de personajes y escenarios no me pertenecen. Todos los derechos reservados. Copyright©