6. No puedo olvidarte
El rubio besaba a la chica como tantas veces había hecho. Y, como siempre sucedía, ni una mísera célula de su cuerpo respondía al toque de la muchacha.
—Lo siento —susurró escondiendo la cabeza, sin atreverse a mirarla a los ojos.
—Jesse, ¿pasa algo?
Jane se alejó un poco del chico, acomodando el colchón a la nueva posición semierguida. Pasó la mano por su rostro, frustrado, y observó silenciosamente a la peli negra mientras trataba de eligir las palabras adecuadas.
—Creo que he fumado demasiado, no sé qué me pasa.
—Yo haré que funcione, no te preocupes —respondió la chica con una sonrisa juguetona, la cual dejaba en evidencia sus intenciones.
Jesse se recostó sobre las sábanas amarillas, notando el calor de la suave mano de su vecina adentrarse en sus calzoncillos. Jane continuó el masaje rítmico durante unos minutos, mirando a su pareja, quien mantenía la vista perdida en un punto inexacto de la habitación.
La pelinegra decidió inclinarse para capturar de nuevo sus labios, sin embargo, Jesse se levantó de golpe apartando la mano de la chica.
—Esto ha sido un error —dijo vistiéndose con la misma ropa que había dejado en el suelo momentos antes.
—¿Cómo? —artículo boquiabierta, cubriéndose el torso con las sábanas.
—Lo siento Jane, pero no eres tú quien va a hacer que esto funcione —explicó anudándose las deportivas—. Solo hay una persona que puede arreglarme.
Y, sin importarle dejar a su vecina sola en la casa, salió de allí tomando una sudadera de la cocina junto a las llaves de su coche de segunda mano.
Condujo largo rato por toda la ciudad, hasta llegar a la otra punta de la misma. A las afueras de Albuquerque, un parking de autocaravanas alojaba a una gran variedad de individuos. Y, entre ellos, a la joven Blair.
Quien, a sus veintidós años, debía hacerse cargo de su tía enferma de alzheimer. En su familia nunca había sobrado el dinero; pero aún fue más duro cuando su madre falleció, y su padre decidió marcharse y dejarla desamparada. Por ello, su tía fue su salvación; sin embargo, las medicinas que tomaba eran cada vez más y más caras, haciéndole la vida casi imposible a la joven.
—Blair —le llamó.
La chica cesó de tararear la armoniosa melodía al reconocer la voz, pero no se atrevió a darse la vuelta. Con la vista clavada en los rosales que con tanto esfuerzo había logrado criar en la zona desértica, se imaginó perfectamente el rostro de su visita.
—Te dije que no quería verte más —habló rotunda, reprimiendo las lágrimas que amenazaban con empezar su descenso.
—Blair... —murmuró aún a sus espaldas, con tono derrotista— Nunca me dejaste explicar lo que sucedió.
—No hacía falta que te explicases —soltó tensando las manos alrededor de la cizalla—. Lo vi muy claro yo solita.
—Pero no pasó como tú crees. Había fumado y...
—¡¿Crees que puedes solucionarlo todo diciendo que estabas fumado?! —gritó harta de las excusas del rubio, levantándose con ímpetu para quedar cara a cara.
—No Blair, yo solo...
—No Jesse —le cortó—. ¡Estabas tirándote a la jodida vecina!
ESTÁS LEYENDO
Jesse Pinkman || One Shots
De TodoHistorias cortas sobre Breaking Bad en las que tú puedes ser la protagonista. //PEDIDOS ABIERTOS// Aclarar que, la mayoría de personajes y escenarios no me pertenecen. Todos los derechos reservados. Copyright©