One Shot 13

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13. Los padres de ella

Mientras conducía mi Toyota Tercel del ochenta y seis, mi chica se retocaba el pintalabios rojo en el espejo que había en el parasol del copiloto. Parecía tan inocente luciendo aquel vestido de mangas cortas, que sus padres nunca serían capaces de imaginar las locuras que su hijita podía llegar a hacer. Blair, cómo describirla en pocas palabras... Cara de ángel y pensamientos de diablo. 

Estacioné el vehículo frente a la puerta del garaje de la casa de los padres de ella. Aún sin bajarme del vehículo, tragué saliva observando la puerta de entrada. La castaña se percató de mis nervios, por lo que decidió tomar mi rostro entre sus manos para dejarme un casto beso en los labios. 

—Vamos, no podemos llegar tarde —susurró sobre mi boca.

A pesar de no ser una casa ostentosa, sabía perfectamente la clase de personas a las que me iba a enfrentar esa noche. Blair me había informado de lo estrictos que eran sus progenitores y no me había quedado otra que inventarme una estúpida fachada para poder continuar saliendo con ella. 

—Sabes que no tienes que mentir por mí —dijo caminando hacia la puerta—. Me gustas tal y como eres, si ellos no te aceptan es su problema. 

—No quiero que te separen de mí, Blair —respondí entrelazando nuestras manos—. Es lo que debo hacer. 

Tratando controlar mi pulso, alcé el brazo para pulsar el timbre. No me dio tiempo a reaccionar pues, al instante, una mujer de cabello rubio cenizo abrió la puerta con una gran sonrisa. 

—¡Por fin habéis llegado! —exclamó extendiendo los brazos para abrazarnos a ambos, acción que me hizo sentir bastante incómodo. 

—Buenas noches, mamá.

—Buenas noches, señora —me apresuré a decir, saliendo de mis pensamientos.

La mujer me miró de arriba abajo sin ningún escrúpulo, frunciendo el ceño mientras me escaneaba por completo. Puede que no hubiese elegido el mejor atuendo para la cena, pero no pensé que una simple camiseta y unos vaqueros fueran a molestar a la madre de Blair. 

—Venga, no os quedéis ahí en la puerta. Entrad —demandó echándose a un lado.

—Hola papá —saludó la castaña a un hombre alto de elegante porte—. Este es Jesse.

Aún impresionado por su estatura y corbata, no me percaté de que me había tendido la mano. No fue hasta que Blair me dió un codazo, cuando reaccioné a estrechar la gigantesca mano del exjugador de baloncesto del equipo de la universidad. Los nervios me estaban jugando una mala pasada y, joder, la estaba cagando nada más llegar. 

Yo iba de buen rollo, ¿sabéis? Pero ese hombre ya me estaba acribillando con su mirada oscura y pobladas cejas.

—Mucho gusto —atiné a decir aclarando mi garganta seca.

—Igualmente, me llamo Vince. Aunque supongo que mi hija ya te habrá hablado de nosotros.

¿La verdad? Evita sacar temas de conversación que incluyan a nuestros padres, os odia bastante. 

En una de nuestras primeras citas, la chica me explicó cómo había tenido que desechar su sueño de convertirse en pintora debido a que sus padres no querían que: "su hija muriese de hambre pidiendo en la calle". ¿Cómo le haces eso a una niña de quince años? Nunca podría entenderlo.

Jesse Pinkman || One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora