One Shot 14

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Este Shot es un poco largo, sorry not sorry😜

14. Gracias a ti

Jesse, sentado junto a Saul en la alargada mesa de madera, esperaba impaciente levantando con su uña la piel levantada de uno de sus dedos. El abogado miraba al joven de reojo, anhelando que su ayudante llegase lo antes posible. Preferiblemente antes de que el rubio se hiciera una herida.

Pinkman se recostó en el asiento mordiéndose el dedo, recordando cómo había llegado hasta ahí.

—Jesse, Jesse —susurraba una voz familiar—. Eh, Jesse. ¿No coges el teléfono? 

Al abrir los ojos se topó con su madre Diane, quien se hallaba a los pies de la cama, con una mano zarandeando su pierna para espabilarlo.

— Ya... He estado muy ocupado —se excusó frotándose los ojos—. ¿Cómo has...? —comenzó a cuestionar, pero pronto se respondió solo— Claro, las llaves... 

Entonces, se percató hacia dónde se habían dirigido los ojos de su madre. Y era que, a pesar del desorden, las pipas y la bandeja de cocaína seguían a plena vista. Saltó de la deshecha cama para esconderlo torpemente, incómodo por que su madre tuviese que verlo.

—Oye, he pensado mucho en la conversación esa del otro día y entendiendo bien que papá esté tan cabreado conmigo así que... 

—No es solo tu padre, Jesse —le reprochó la mujer colocando los brazos en jarra.

—Oh lo sé, lo sé. Sólo digo que fue una buena llamada de atención para mí. Por eso quería hablar contigo, he pensado muy en serio en la facultad de empresariales. Lo puedes hacer todo con el ordenador y...  —a Diane, harta de oír sus sandeces, se le empezaron a aguar los ojos azules, compungiendo a su hijo— No, no, mamá. Esto es bueno —articuló sonriendo levemente—. Estamos hablando, empezamos a dialogar.

—El tiempo de hablar ha acabado Jesse.

Y, como si hubiera estado planeado, unos hombres uniformados con petos de trabajo aparecieron por el pasillo cargando un mueble pesado.

—¡Eh, eh! —gritó alarmado, acercándose a la puerta de la habitación— ¿¡Qué coño pasa!? Creía que solo era un aviso. 

—Los guardaremos en casa —respondió la mujer de forma serena, aguantando la compostura—. Si decides madurar podrás recuperarlos. 

—Por qué no maduras tú, mamá —escupió el rubio enfrentando a su progenitora—. Jenny me dejó esto. ¡Yo cuidaba siempre de ella: la llevaba al médico y le hacía la comida todos los días! Yo me gané esto.

—Tú no le hacías la comida todos los días.

—¿Qué hiciste tú, eh? ¿¡Ella se moría y dónde coño estabas tú!? —exclamó agitando los brazos, asustando a su madre.

—No me hables así —amenazó con la mandíbula tensionada, aguantando las lágrimas. 

—Y ahora qué, ¿has decidido dejar en la calle a tu hijo? ¡Vaya, buena familia mamá! 

Jesse Pinkman || One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora