La Felicita in Mano

2. Esto era un canadiense, un inglés y un italiano...

Blue: lo dice el título xD, estos tres van a ser las parejas de oro de la segunda temporada y sus problemas empiezan... ¡en este capítulo!

Owen (Gales/Wales :3): jum... algo me dice que es algo malvado lo que tienes planeado tú

Blue: pues claro, soy malvada xD Por cierto... como no hice un especial San Valentín, traje algo de LEMMON

Owen: demasiado diría yo, ¿cómo te soportará Arthur?

Blue: pues como soporta él a Alfred

Owen: *se sorprende* ¿le das ese tipo de placer? O.O

Blue: *modo inocente on* ¿? si con placer te refieres a que le digo que creo en las hadas y que yo también puedo ver al Capitán Garfio/Hook pues entonces sí ^^

Owen: *facepalm*

Blue: bien, el disclamer: Hetalia y sus personajes no me pertenecen, ¿sabríais lo que significaría eso? Exacto, lemmon USUK sin censura (?)

Lovino abrazaba fuertemente a Antonio, sabía que lo necesitaba, ¿qué fue lo que le dijo Govert para haberle dejado con esa cara? Debió de ser algo realmente fuerte. Antonio se giró lentamente, le correspondió el abrazo y le sonrió levemente para que no se preocupase por lo que acababa de ver.

-Antonio -dijo Lovino-¿qué ha pasado? -el español no quiso responderle, simplemente no dejó de sonreir y siguió abrazando a su novio con todas sus fuerzas. Tino, testigo de todo, miró hacia el pasillo por donde había desaparecido el holandés y lo miró con cierto toque de curiosidad y misterio en los ojos, por lo que acababa de suceder, era obvio, que lo que ambos, Antonio y Govert, ocultaban era algo que no se debía de ignorar, ¿pero era correcto que se entrometiera? Claro que no, pero le debe a Lovino bastante, y es su amigo, debe hacer algo para compensarlo, ¿y qué mejor que intentando averiguar lo que tramaban?, aunque algo se le interpuso de por medio, ¿cómo podría hacerlo?. La voz de Lovino lo sacó de sus pensamientos, había preguntado a Antonio que adónde iba.

-Me voy a mi habitación a ordenar un poco mi cuarto -seguidamente miró la maleta de Lovino-Lovi, tienes que llevar tus maletas a tu habitación, dentro de nada Don Turquía querrá vernos a todos, nos veremos más tarde -Lovino seguía preocupado y Antonio, que lo había notado, lo besó tiernamente, transmitiendo tranquilidad.

-Ti amo... -dijo Lovino dulcemente, sonrojando mucho a Antonio por su cara, su voz y su preocupación.

-¡Y yo también te amo mi bendición! -Antonio lo agarró de la cintura y lo elevó alto haciendo que Lovino enrojeciera. Tino los miraba sonriendo, parecía que se había calmado la situación... de momento.

╔═════════════════╗

║ Hace unas horas en un cuarto negro... ♕║

╚═════════════════╝

Cerró la puerta. Se pasó la lengua por los labios. Echó las cortinas para que apenas hubiese luz y sacó una caja. Estaba hecho polvo y necesitaba hacerlo, tenía que hacerlo o se agobiaría. La abrió con cuidado y sacó la botella, que era de ron y la miró con atención. Dependía de esa botella muchas veces, intentaba no sacarla pero necesitaba de ella, era adictiva. No lo pensó dos veces y la abrió para empezar a dar los primeros sorbos. El sabor era dulce, pues lo había mezclado con Coca-Cola, solo que no sentía gas. Era algo caliente a su garganta, pero nada era insoportable, realmente le gustaba ese sabor, la lástima era que no era tan fresquito como cuando se le echa hielo. Después de esos dos tragos cerró la botella y la caja. No se sentía del todo satisfecho pero le había prometido a Alfred que se controlaría, ¿pero qué puede hacer una persona adicta al alcohol como él, Arthur Kirkland? Juraría haberlo dejado, consiguió dejarlo, pero... a la mínima de ver una copa... no podía aguantarse, volvía a tentarse y caer. Entonces se podía decir que Arthur tenía dos amores, Alfred y el alcohol. Se sintió miserable y se echó en la cama pensando en hacía unas semanas, cuando volvió a beber de nuevo, en aquella pequeña fiesta en el cuarto de su amigo Feliks, que no sabía nada de sus problemas de alcoholemia, y que le ofreció cortésmente y que le aconsejó que se lo tomara con calma, pero claro, era lo que se dijo antes, Arthur tenía dos amores, y uno de ellos era el alcohol. No recordó nada más que unas copas y que se levantó en el cuarto de Alfred, que lo miraba preocupado y que estaba aferrado a él, a parte de que también sufrió un dolor de cabeza insoportable.