La Felicita in Mano

13. Desapareces

Blue: ¡¡pues bien, demos inicio al capítulo 13!!

Paulo: Blue, el disclamer

Owen: lo digo yo *^*

Paulo: adelante uke xD

Owen: Hetalia no me pertenece a mí, sino a Hima-senpai, el puto amo

Paulo: ¿lo has llamado senpai? esto es raro

Blue: todo el mundo lo llama san así que yo lo llamo senpai /-3-/

Lovino había regresado a la AM, todavía se encontraba extraño por haber conocido a Rafael, quería correr a contárselo a Antonio, decirle donde estaba y que le echaba de menos, sin embargo no podía faltar a la promesa de Alfred, debía ir y ayudarle a buscar a Arthur, luego pensaría en cómo decírselo a su novio. Había recibido un mensaje del americano que le decía que debían quedar en el Aula de Informática para saber qué hacer. Lovino vio que estaba a dos clases de llegar allí, así que no tardó mucho. Se encontró con Alfred, que estaba sentado en una de las mesas fingiendo leer un libro porque en realidad estaba con el móvil debajo.

-¿Lo encontraste? -le preguntó. Lovino sonrió y asintió. Alfred no había visto a Lovino sonreír así desde que se escaparon la primera vez.

-Sí.

-¿Qué era?

-Lo más preciado para Antonio.

-¿Te has encontrado contigo mismo? -Lovino se sonrojó mucho por eso.

-A parte de mí, por supuesto -Alfred no evitó sonreír y le dijo al italiano que se sentara enfrente suya.

-Tenemos que averiguar adónde se fue Arthur y sobretodo con quién -dijo con total seriedad. Lovino esbozo otra sonrisa.

-Eres muy celoso -Alfred frunció el ceño y se sonrojó mucho también.

-¡No estoy celoso, solo tengo miedo a que Arthur prefiera estar con otro antes que conmigo! -gritó.

-Mira que eres tonto...

-Me da igual, soy un héroe y mi misión es velar por la salud de Arthur -Alfred se pasó la mano por el pelo-. Es cierto que... cuando nos peleamos le dije que no quería seguir ayudándolo porque me resultaba doloroso verlo en mal estado...
-Oye, yo no sabía eso -Alfred le siguió contando su vida.

-¡Pero gracias a mis Espartanos y a mis ganas de ver a Arthur todos los días, comprendí que me equivoqué y que mi misión era retomar el rumbo y volver a ayudarlo para que no se muera! -Lovino abrió mucho los ojos y le agarró de la camisa.

-¡¿Cómo que se puede morir?!

-Ah claro... no lo sabes.

-¡No!

-Verás... Arthur tiene serios problemas con la bebida. Hace dos años le dio un coma etílico -a Alfred se le oscureció la mirada-. No recuerdo días más negros que aquellos, estuvo así diez días, iba a morir, todos decían que iba a hacerlo, Antonio era uno de ellos -Lovino no quiso imaginarse la situación, la del calvario que tuvo que pasar su amigo-, lo pasó muy mal, yo no dormí nada... Lovino, no quiero pasar por eso otra vez.

-Alfred...

-Es cierto que no sufrí el coma y no sé lo que sintió, ¡pero sufrí el infierno de estar en espera para ver si volvía o no. No quiero que se muera, no quiero..! -Lovino finalmente le dio un tortazo.