Capítulo 6: Cara a cara

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Los miembros del consejo se levantaron al unísono en protesta. Una amenaza con una espada directa hacia al Príncipe no era algo de todos los días. Odeya hizo un gesto con la mano derecha y dos soldados se aproximaron hacia Aurora con intención de llevársela. Pero Mikhail los hizo detenerse con sólo una mirada. Todos permanecieron callados. El pecho de Aurora subía y bajaba agitadamente. Mikhail miró la espada enterrada en el suelo y la sacó con su mano derecha.

–Quiero que te des un baño, relajes tus humos y vengas a verme en cuanto termines— el Príncipe no jugó con sus palabras. Aurora se sorprendió ante su comentario, pensó que le pegaría o le daría algún tipo de castigo frente a todos. Debía ser más cuidadosa. Mikhail limpió la sangre de su espada con un pañuelo gris de su bolsillo. Que estuviera así de tranquilo era inquietante–No tengo todo el día, así que no me hagas esperar.– finalizó llevándose la espada con él. Los del consejo se quedaron atónitos. Se supone que cualquiera que intente algo así de descabellado en contra del príncipe reciba un castigo, pero no pasó.

Ahora cayó sentada en el suelo. Los nervios los tenía de punta y el tobillo le dolía demasiado. Armand y Sarém se aproximaron con rapidez. Algunos sirvientes ayudaban a los soldados heridos. La mirada de Odeya y Aurora se cruzaron un momento. Desde lejos, se acuchillaban en silencio.

–Mi señora, estuvo usted espléndida– Sarém se puso de rodillas frente a Aurora para intentar levantarla con la ayuda de Armand el cual parecía bastante aliviado– Se ha ganado el respeto de todos los sirvientes en el palacio, ya verá que cuando sea la esposa del Príncipe se ganara el cariño de todo Ferona.

– No si los del consejo la asesinan primero– masculló Armand– Debe tener más cuidado, princesa.

– Ya lo sé– respondió Aurora viendo cómo el príncipe se marchaba.

La noche cayó y luego de darse un baño de agua caliente se vistió con una túnica simple de color azul royal. Se sentó frente al espejo de su habitación mirando su reflejo mientras Sarém le trenzaba el cabello y otras dos sirvientas se encargaban de lo demás. Las imágenes de la arena le venían a la cabeza como luces fugaces. Eran demasiado violentas, estaba segura que tendría problemas para dormir esa noche. Permanecía más callada de lo normal, las sirvientas comenzaron a notarlo.

–¿Necesita algo más, mi señora?– pregunta otra de las sirvientas sacando a Aurora de sus pensamientos.

–No, eso es todo. Muchas gracias– ambas sirvientas sonrieron y luego se retiraron dejando a Sarém a solas con Aurora.

–Mi señora– comenzó a decir Sarém sacando una carta del bolsillo de su falda. Tímidamente se la entregó.

–¿Qué es esto?

–Uno de los guardias cercanos al príncipe me pidió que le entregara esto personalmente a usted.

–¿Es del príncipe?

–Eso parece– Aurora volvió a darle un vistazo a Sarém antes de abrir la carta. Quizás sí podía confiar en ella después de todo. Sea lo que sea, sabía que el príncipe y ella no podían verse a solas. Estaba prohibido considerando que aún no estaban casados. Pero viendo lo qué pasó la última vez, Mikhail se había metido a su habitación sin importarle las reglas del reino. Quizás estaba citándola para darle su castigo por lo que había pasado en la arena. A decir verdad, estaba algo asustada. No confiaba en él en lo absoluto así que no cometería el mismo error de verse a solas con él dos veces.

Aurora abrió la carta y leyó.

"Mañana"

—M.R.

¿Qué significaba? Aurora releyó y no supo cómo interpretar esa palabra. Tenía una letra preciosa, excesivamente exquisita. Quizás mucho mejor que la suya. ¿Porqué mañana? Una respuesta así no parecía para nada una amenaza por lo que había pasado en la arena. Obviamente era del príncipe, las iniciales "M.R" suponía que eran por Mikhail Rellblanc.

Reino de sombra -Libro 1: Reinos Oscuros (COMPLETADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora