Capítulo 15: Mi verdad

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–Yo...no lo sé. ¿Porqué quieres hacer eso?– preguntó Aurora con una mezcla de sorpresa y confusión.

–Son tus flores favoritas.

–Si, pero...

–Entonces no existe un no por respuesta. Recibirás tus rosas azules para el día de nuestro casamiento. Daré una orden para que las planten aquí. Así podrás venir y verlas cuando quieras.

–¿Porqué me harías un regalo así?

–No tengo que tener un motivo para regalarle cosas a la reina– Mikhail se posó tras de ella a mirar una pila de tulipanes exóticos. Fue demasiado cortante. Aurora lo miró de pies a cabeza y fijó los ojos en su cabello negro. De repente sintió unas ganas de tocarlo y acariciarlo con suavidad pero se contuvo así misma para no hacerlo. No sabía lo que le estaba pasando últimamente con el príncipe. Cada vez que se acercaba su pecho se agitaba con fuerza y cuando lo miraba sus mejillas se teñían de un rosa muy pronunciado. Todo su cuerpo respondía a la presencia de Mikhail Rellblanc y no sabía porqué. El príncipe miró a los soldados de la entrada y luego a Aurora–Ven–le tendió su brazo para que lo tomara–Caminemos.

Aurora lo observó a los ojos sintiendo que se traía algo entre manos. Volteó su vista hacia los soldados y luego volvió a mirar a Mikhail. No podían estar solos sin la mirada de otros encima, él lo sabía muy bien. Pero el invernadero era del tamaño de dos salones de baile. Aún quedaba mucho por recorrer así que decidió tomar el riesgo.

–Está bien– pasó su mano suavemente por su bicep y puso su otra mano encima para tener un mejor soporte. Se permitió así misma bajar la guardia y disfrutar de ese extraño sentimiento que le estaba envolviendo el corazón. Como una manta cálida que te cubre cuando tienes miedo y frío. La forma en la que el príncipe se comportaba en aquellos momentos no era la habitual. Era un hombre distinto. Uno amable, misterioso, atrayente...y carnal.

–Dijiste que querías conocerme– comentó él de la nada–¿Aún quieres escuchar toda la historia?

Aurora levantó la cabeza.

–Por supuesto– dijo Aurora y Mikhail se quedó callado un largo rato sin saber cómo comenzar.

–Cuando tenía siete años vi cómo el rey asesinó a mi madre en el salón principal del palacio a sangre fría. Ella regresó de un viaje de cinco días en Ageria, se decía que la reina y mi madre eran muy amigas para ese entonces. Cuando su barco asedió en Ferona esa misma tarde mi padre la citó para verla. Luego pidió verme– el relato le congeló la sangre a Aurora– Cuando llegué mi madre lloraba, pero nunca estuve muy seguro de porqué. Sé que habían discutido por algo importante. El rey solía tener un temperamento muy violento cuando no le gustaba algo y lo demostraba sin escrúpulos. Era normal para todo el mundo, no era un buen hombre. Todos lo sabían. Pero ese día fue diferente, en sus ojos vi algo mucho más oscuro que el odio. Fue como si su verdadero yo finalmente hubiese salido a luz. Se convirtió en el demonio que sabía que era y me hizo mirar hasta el final– la voz de Mikhail sonó tosca y baja. Llena de rencor– La sostuvo de la nuca, tomó un cuchillo y le abrió la garganta hasta que se desangró. Ya estaba muerta para cuando la apuñaló doce veces en el pecho. Justo en el corazón. Loren le ayudó a encubrir lo que había pasado, era su mano derecha. Si se sabía que el propio rey de Ferona había asesinado a su propia reina, se armaría un levantamiento. Ese día yo también conocí el odio, la aversión, y el rencor.

–¿Qué sucedió después?– preguntó Aurora mientras Mikhail la sentaba en el asiento de piedras de un pequeño estanque. Como si fuera una niña a la que le contaban una historia se terror.

–Me fui del palacio a los catorce. Deambulé por las calles y comí sobras en tavernas para sobrevivir durante meses. Me escondí por un tiempo de todo lo relacionado al palacio. Me aseguré de que el rey no me encontrara y prometí sobre la tumba de mi madre que vengaría su muerte cuando estuviera lo suficientemente listo. La sed de venganza era todo lo que quería, estaba dispuesto a absolutamente todo. Ya no tenía nada que perder. Pero luego John Rakusan me encontró.

–¿John Rakusan? ¿El líder del clan de los asesinos? Pensé que era sólo un mito. Mi padre me contaba historias cuando era una niña. El héroe forajido de Ferona que le quitaba a los ricos para darle a los pobres.

–El nombre de John Rakusan ha pasado por distintos hombres a través de los años– Mikhail se sentó al lado de Aurora con los codos sobre la punta de sus rodillas y sus manos entrelazadas– El hombre que me encontró era un hombre culto y de intelecto, que tenía ideales muy claros y objetivos específicos en su vida. Siempre luchó por la misma causa y le mostró al clan que también debían hacerlo. Me enseñó sobre el verdadero honor y la lealtad. No era perfecto y tenía un carácter del demonio, pero me hizo parte de algo. Me dio un camino que no sabía que podía escoger. He visto y tenido que hacer cosas muy difíciles en los últimos diez años, y he matado a muchos hombres que se lo merecían. Pero jamás a mujeres o niños. Nunca matamos por placer, no si eres parte de los Rakusan. John me hizo parte del clan sin preguntarme nada. Así era como funcionaba, sin nombres ni lugares de procedencia. Solo luchas por la causa. Sin embargo, era el único que sabía quién era yo desde un principio y lo mantuvo en secreto. Por eso intentó encaminarme–Mikhail se recompuso y miró a Aurora– Ser cruel y despiadado es mi trabajo, soy el líder de una nación que ha estado manchada de la maldad genuina de mi propio linaje y es mi deber intentar proteger a estas personas cueste lo que cueste. Si eso me convierte en un monstruo como dicen, entonces lo soy. No quiero que entiendas lo que he pasado y espero que nunca lo hagas. Así que si te he contado esto es únicamente porque tú me lo has pedido, para que conozcas mi pasado. Esta es la verdadera versión de la historia. Mi verdad. Sea lo que sea que te hayan dicho o hayas escuchado en las calles es mentira. El consejo tiene una versión, al igual que Armand y los demás sirvientes en el palacio, la alta sociedad y el resto de Ferona. Tu eres la única persona además de mi que sabe esto y espero que se quede así. Tal vez conozcas los nombres de las cinco capitales y cada noble que se encarga de cada una, Qué títulos sostienen y cuáles familias representan. Al igual que el número de personas en cada región y lo que hacen es fundamental para una reina. Pero también lo es conocer al individuo y el tipo de persona que es.

–Lo sé– Aurora bajó los ojos a las manos de Mikhail. Una parte de ella sentía cierto dolor y unas ganas de abrazarlo la golpearon. Un niño jamás tendría que pasar por todas esas cosas. Ver a su madre desangrarse delante de sus ojos era una aberración. Algo totalmente sin nombre. Y mucho más cuando tuvo que crecer rápido, sobrevivió todos esos años solo y regresó como todo un hombre.

Mikhail se levantó.

–Puedes estar tranquila– arrancó una pequeña flor roja de su tallo y se acuclilló frente a Aurora–Es cierto que soy un asesino...pero no soy mi padre. Yo jamás haría nada para lastimarte– levantó la mano y puso la flor tras su oreja. Deslizando los dedos por un mechón de su largo cabello blanco. Estaban tan cerca que casi podían saborear sus labios. Las palpitaciones de ambos se aceleraron y al igual que la temperatura de sus cuerpos.

–Eso...es bueno saberlo porque significa que ya puedo disentir de mi plan de escape– dijo Aurora y la risa de Mikhail la sorprendió. Jamás lo había escuchado reírse con tantas ganas. Era una risa sincera, jovial y muy varonil. Sus dientes alineados y blancuzcos iluminaron todo su rostro, y lo hizo ver aún más atractivo de lo que ya era.

–Tienes un don muy especial, ¿lo sabías?

–¿Qué quieres decir?– preguntó confundida.

–Eres la única persona que me sorprende de verdad cuando menos me lo espero. Me haces bajar la guardia con facilidad...eres una mujer peligrosa– Mikhail la fulminó y las comisuras de los labios de la princesa se elevaron. En un silencio que lo decía todo– Ácida y tierna, dura como el hierro y fina como la ceda. Con la belleza más despampanante del mundo. Dime... ¿Hay algo en lo que no seas perfecta?

–¿Como puedes decir eso?– comentó Aurora olvidándose de respirar.

–Puedo fingir que no me resultas atractiva si lo deseas. Solo me limito a decir la verdad. No creo que decirle a una mujer hermosa que lo es sea un crimen. Y más sabiendo que eres mía.

Reino de sombra -Libro 1: Reinos Oscuros (COMPLETADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora