Capítulo 27: Dos principes

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Unos fuertes toques en la puerta interrumpieron la ardiente conversación entre Aurora y Mikhail. A la primera no le prestaron demasiada atención. En aquella burbuja sensual no importaba nada más que ellos, no tenían planes de detenerse a pesar de que habían dicho que se irían a primera hora de la mañana. Volvieron a tocar una vez más y Mikhail soltó un fuerte suspiro. Se detuvo y se inclinó hacia Aurora para darle un beso en el hombro izquierdo.

–Iré a revisar, quédate aquí– le susurró con suavidad y se levantó. Se puso algo de ropa y tomó la espada junto a la cama. Se acercó a la manija de la puerta y la entre abrió solo para hablar–¿Si?– preguntó con firmeza.

–Si piensa quedarse más tiempo con esa mujer ahí adentro, tiene que pagarme. Dijo que se tomarían la noch- - Mikhail cerró de un portazo algo molesto. Aurora lo miró desde la cama y aguantó una risa mientras escuchaba cómo la dueña se quejaba tras la puerta– ¡Quiero que se vayan ya!– volvió a gritar la dueña y Aurora no pudo evitar reírse.

–¿Te parece gracioso?– comentó él levantando una ceja.

–Ya escuchaste a la mujer. Reglas son reglas.

–¿Si? Pues no bajo las mías– Mikhail dejó la espada junto a la cama y la miró–Detesto las interrupciones, ganas no me faltan de ir cortarla a la mitad.

–Si haces eso, nos meteremos en problemas.

–¿Porque no seré bien recibido?

–Porque eres un busca pleitos– mencionó ella y el príncipe soltó una risa muy leve.

–Tus insultos se ponen cada vez peor, Mo ghealach. Me hace pensar que ya no me tienes tanto odio como antes– Aurora se levantó para ponerse de vuelta el vestido–¿Te ayudo con eso?

–No– se cerró el vestido y se inclinó para tomar sus zapatos con una media sonrisa que Mikhail no logró ver–Creo que sé vestirme bien sola.

–De acuerdo– asintió buscando sus botas. Aurora lo miró de reojo por un largo rato. Se sentía extrañamente...feliz. Más feliz de lo que nunca lo pudo haber sido. No estaba segura si era normal sentir tanta felicidad a causa de una sola persona.

–¿Como obtuviste la espada?– preguntó ella. Mikhail alzó la vista y la miró.

–La gané.

–¿La ganaste?– dijo ella subiendo las cejas–¿Dónde?

–Fue hace algún tiempo. Me encargué de una pareja de ancianos en la capital. Tenían dinero. Fue un trabajo que me asignaron...

–Adivino. ¿Los Rakusan?

–Era una especie de prueba. No quise hacerlo, pero si quería quedarme tenía que probar que estaba dispuesto a hacer lo que fuera para ganarme mi lugar en el grupo. Y así lo hice. Vinieron más después de esa.

–Cuando dices encargarte...¿te refieres a asesinar? ¿Los mataste?

–He matado a mucha gente, Aurora. Ya te lo dije antes, no soy ningún tipo de santo y tampoco pretendo serlo. He hecho muchas cosas malas en mi vida.

–¿Qué fue lo que hicieron?

–Ellos no. Él. Era un hijo de puta–Mikhail se levantó ya con las botas puestas y se puso el cinturón para poner su espada–Secuestraba niñas de la edad de tu hermana, Kersa y las violaba en su propia casa. Tenía dinero suficiente como pagarle a las escorias que las robaban de sus familias. Luego se deshacían de los cuerpos y nadie decía nada. Dependiendo de cómo lo veas, todos somos malos en esta historia. De alguna manera u otra le hacemos daño a alguien más.

Reino de sombra -Libro 1: Reinos Oscuros (COMPLETADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora