Capítulo 9.-Silencio.

665 91 13
                                    

—Hombre, mi hija...

“Son tan molestos”

Debido a la sorpresa, tanto padre como Daries se quedaron en shock por lo que con Adrienne siguiéndome como de costumbre, decidí dar un breve paseo.

—Parece feliz —declara Adrienne.

Por algún motivo mi rostro se siente caliente y siento la necesidad de esconderme, realmente me siento avergonzada en estos momentos, pero no me molesta del todo.

—¿En serio? —cuestiono volviendo la mirada hacia Adrienne.

Adrienne asiente con alegría, en ese instante me mantengo admirando el cielo, aunque esto mismo se vió interrumpido por el lugubre ambiente que rodea al par de príncipes demoniacos.

“Podría arrepentirme ¿Vale la pena?”

Determinando que no, decido ignorarme y darles la espalda.

—¿Que hacen ahí? —pregunta la dragona con visible fastidio.

—Mirando por la ventana —digo con indiferencia señalando hacia el cielo.

—¿De verdad crees que me tragaré ese cuento? ¡De seguro estaban espiando al príncipe, para de peque-

—Al gran yo no le interesa eso, pedófila en potencia —respondo sin voltearla a ver.

Tal parece que eso le dió una vibra sensible ya que se encuentra temblando de rabia en un mismo lugar.

—¿Quieres morir? Yo, Celestia, hija del rey del cielo, acabaré con tu miserable vida ¡Deberías agradecerme! —exclama con una vena sobresaliendo de su sien.

—¿Quién demonios eres? ¡La vida del gran yo no es ninguna miseria! —respondo fuera de mis casillas.

Mientras nos encontramos discutiendo, el príncipe se acerca a la dragona y le murmura algo, a lo que Celestia se muestra en desacuerdo, pero tras una mirada intensa de ¿Aleister? ¿Ese era su nombre? Creo que sí.

En fin, el punto es Celestia —La dragona—, suelta un chasquido y desiste de enfrentarme, a lo que Aleister me muestra una sonrisa aparentemente amable, a lo que mi cuerpo responde con un escalofrío y termino por esconderme detrás de Adrienne.

—¿S-Señorita? —Adrienne se ve sorprendida por mi actitud y comienza a hacer reverencias a forma de disculpas con Aleister.

Quién parece tomárselo a bien, pero se marcha cabizbajo mientras su hermana trata de animarle con unas palmadas en la espalda.

—Creo que debería de ser más amable —declara Adrienne.

—Ni hablar, me niego rotundamente ¡No quiero! El gran yo no lo desea y por eso no lo hará.

—No hacía falta negarlo tanto —dice Adrienne terminando con una risa nerviosa.

En ese momento me percaté de la mirada que Aleister dió tanto a mí como a Adrienne, cosa que me hizo anotar mentalmente no dejar solo a esta tonta.

No sé cuál sea la naturaleza de los demonios, por lo que prefiero esperar lo peor y actuar en base a ello.

Pero ¿Cuál era la razón por la que “Dios” no quería que viniera? Todavía no la sé, y tampoco es que desee saberla, pero no puedo estar tranquila hasta descubrirla.

—A partir de ahora no te separes demasiado del gran yo ¿Entendido? —declara señalando a Adrienne.

Quién sin saber cómo responder únicamente asiente, por lo que al ver su confusión lo tomo de la mano y arrastro conmigo.

¿Una Segunda Oportunidad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora