Capítulo 12

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 Capítulo 12

Durante la madrugada, Allison se despertó y estaba siendo abrazada por unos brazos fuertes y cálidos. Recordó todo lo que había sucedido unas horas antes y sintió como sus mejillas se ruborizaban, sabía que después de esto se quemaría en el infierno por haber faltado a su promesa, pero hubiera pasado el resto de sus días allí, tan solo por una noche más entre esos brazos.

Intentó deshacerse del abrazo de Noah, tenía que salir de allí sin que él se despertara. Ya había logrado incorporarse en la cama y estaba intentando localizar su ropa en la penumbra de esa habitación, solo llevaba puesta la braga, se inclinó para recoger su sujetador del suelo y ponérselo.

―¿A dónde vas? –preguntó Noah, aun con los ojos cerrados.

―Me marcho a mi casa.

Él extendió su mano y encendió la luz de la lámpara que tenía a su lado. Se incorporó y rodeó a Allison con su cuerpo y le dio un beso en la espalda.

―Quiero que pases la noche conmigo ―le susurró al oído.

―No, ya has conseguido lo que querías. Tenerme en tu cama, no me estoy excluyendo de culpas, porque yo también estuve muy dispuesta.

Noah no sabía que decir ante aquella confesión, porque aunque le dijera que la quería en su vida, no le creería.

―Ya sé lo de tu hermano ―soltó él de golpe. Pensando que de alguna manera eso suavizaría las cosas, pero que equivocado estuvo.

Allison se sobresaltó y se puso de pie bruscamente, haciendo que Noah cayera de espalda en la cama. Pero con la misma rapidez se incorporó y se puso de pie.

―¿Qué? ¿Quién te crees que eres? No tenías derecho a meterte en mi vida

―Solo quería saber que te preocupaba.

―No, mentira. Querías tenerme en tus manos, para poder manipularme a tu antojo. No sé como pude pensar que de verdad sentías algo por mí ―gritaba ella del todo enfadada mientras recogía su ropa

―Escúchame Allison.

―No, no tengo nada que escuchar ―gritó Allison y él intentó rodearla por la espalda, pero ésta se lo impidió ―No quiero que me toques, lo único que quiero es largarme de aquí ―decía mientras procuraba que las lágrimas no se derramaran.

Noah la seguía por toda la habitación intentando hacerla entrar en razón y poder hablar con ella, pero estaba siendo del todo imposible. Acababa de descubrir que su hermosa chica de ojos marrones, tenía un genio de los mil demonios y al parecer no se dejaba doblegar por nadie.

―Deja de seguirme ―gritó ella cuando se dirigía al salón a buscar su camisa. Se puso el pantalón y la blusa, tomó su bolso y se dirigió a la puerta.

―Por favor, Allison. No puedes irte así y mucho menos después de lo que pasó entre nosotros hace solo un rato ―sujetándola del brazo.

―¿Qué pasó? ―inquirió ella―. Que te acostaste conmigo como tanto deseabas y no conforme con eso, te atreviste a investigarme y ahora poder tenerme en tus manos. Suéltame ―mientras sus ojos arrojaban fuego.

Nada más entrar en el ascensor, las lágrimas rodaron por sus mejillas. Ella no creía ni una sola palabra, lo más seguro es que quisiera chantajearla con esa información. Cuando llegó a su coche, se dio cuenta de que se había dejado su portátil en el piso de Noah y maldijo, también recordando que aún le faltaban algunos detalles del proyecto, después de todo aquello se podía dar por despedida.

La última conquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora