°Capitulo XX°

499 51 15
                                    

El joven conde se hallaba con la mirada perdida entre los incontables papeles que tenía entre sus manos, al mismo tiempo que jugueteaba con la pluma dándole vueltas sobre sí misma, era otra tarde común y corriente como cualquier otra, sin embargo, su hora favorita del día se venía tan próxima que se le hacía cada vez más difícil el ignorar el pasar del reloj, anhelando que las manecillas corrieran más rápido.

No obstante, había algo que molestaba su visión, aquella tan anhelada hora había pasado hacia ya 10 minutos, y no había ocurrido nada que valiera la pena; soltó en seco aquellos papeles e inconscientemente soltó un chasquido fastidiado. Rara vez su talentoso mayordomo tenía un retraso de esa magnitud, sabía que molestarse por tan solo unos minutos de más era tonto, sin embrago hablando de un demonio tan presuntuoso, y eso no era todo lo que le hacía fruncir el ceño, en esos días solo contaban con escasos minutos de privacidad como para ser desperdiciado de esa forma. Cuando se trataba de detalles, el joven Phantomhive podía llegar a ser muy exigente.

Perdido entre las quejas que resonaban en su cabeza, prontamente escucho el pequeño rechinar de la puerta para abrirse; recobró la compostura como pudo mientras no apartaba la mirada de la puerta.

-¡Sebas...- ingenuamente llamó al mayor con emoción, la cual se desvaneció de inmediato al percatarse que que su demonio no era quien cruzaba la puerta.

-L-lo siento joven amo... Soy Meyrin- se disculpo la pelirroja mientras entraba tímidamente empujando la carretilla.

-Me confundí, solo pasa - respondido el menor intentando disimular su decepción al verla, sin embargo algo no le cuadro al instante -¿Por qué me traés tu el té? ¿Dónde está Sebastian? - Cuestionó fuertemente dejando escapar un tono molesto del cual se arrepentio al ver la expresión de la ama de llaves.

-E-el señor Sebastian solo me informó que tenía pendientes, y me pidió traerle el té e-en su lugar - Respondió con cierto miedo, no quería hacer enojar al joven amo más de lo que se veía.

El menor arqueo una ceja con evidente disgustó, no podía pensar como se atrevería a faltar sin su consentimiento ¿Es que acaso no le importaba verlo?

-¿Sabes a dónde fue? - Preguntó inútilmente, pues la joven solo negó tímidamente, era evidente que no sabría más allá de lo que se le ordenó - Está bien, dejalo aquí, puedes retirarte - dijo finalmente para devolver insatisfecho la mirada a sus papeles.

La joven sirvienta asintió y dio la espalda a su amo, pero la situación que acababa de acontecer hace algunas horas invadió sus pensamientos por completos, volteo la mirada lentamente sobre su hombro para observar al joven que posaba en aquella silla, trago saliva puesto que temía preguntar, pero la duda que la invadía era más grande.

-Joven amo ¿P-puedo hacerle una pregunta? - dijo finalmente armandose de valor, en cuestión de segundos su orbe azulino la miró fijamente.

-Rápido - contestó dándole paso a la pelirroja

-Diculpe el atrevimiento pero...¿El señor Sebastian tiene alguna e-enamorada?- el conde sintió como se le erizaba la piel al escuchar dicha pregunta ¿Es que acaso lo había notado? ¿Habían sido muy obvios? ¿O es que Finny finalmente abrió la boca? Su mirada se volvió profunda y pesada, sólo tenía ganas de reprocharle el por qué creía eso, sin embargo tenía que conservar la calma a toda costa, era un movimiento arriesgado el interrogar de esa forma.

-Tsk... ¿Y por qué tendría que saber yo sobre su vida? Si te interesa tanto pregunta tu misma- contesto con un tono desiteresado y fastidiado, fijando la mirada en sus asuntos a la vez que veía de reojo a la joven quien observaba un poco apenada por el haber preguntado. - ¿Esa era tú pregunta? No me hagas perder el tiempo con escándalos inútiles.-

✘Tsuki no ame✘ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora