°Capitulo XIII°

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El joven Conde esperaba impaciente la hora del té mientras jugueteaba con sus dedos y miraba a su alrededor esperando a que el mayordomo cruzará por la puerta adornada entre plantas y flores con su respectiva bandeja, pues la idea de tomar el té en el invernadero como hacía rara vez fue del pequeño Phantomhive, de la cual comenzaba a arrepentirse gracias a la tardanza de su mayordomo; miraba de reojo la hora desde aquel reloj que adornada el lugar, mientras que el aroma que se mezclaba con el fresco del aire y las flores lo hacían guardar cierta calma, pues esa mañana se encontraba particularmente de bien humor, el dulce despertar de cierto mayormodo eran suficientes cada mañana y pensar en aquello de cierta forma lo hacían avergonzarse de si mismo, pasaba el tiempo y el menor se recostaba entre brazos y mecia sus pies en espera pues no había señal de que el mayordomo llegara pronto.

¿Un mes había pasado? Pensaba el conde sumergido en su mente, pues no pudo evitar meditar lo rápido que pasaba el tiempo, no podía quejarse, sentía que aquellos días eran más complacientes y tranquilos de lo que pudo haberse imaginado ¿La razón? Un demonio de figura alta que no hacía más que hacerlo sonreír y suspirar, pero en su cabeza invadia la duda ¿Realmente algo había cambiado entre ellos desde aquella noche que recordaba cuál tesoro? .

-Lamento la tardanza joven amo- interrumpia aquella anhelada voz los pensamientos de su amo; el mayordomo avanzaba a paso veloz hacia donde se encontraba su malhumorado niño, el mayor solo sonreía a los segundos de estar junto a él, las nuevas sensaciones que surgían de estar al lado de ese pequeño humano no dejaban de sorprenderlo.

-Llegas tarde, estaba a nada de irme- Regañaba cual niño enojado de brazos cruzados, mientras intentaba observar con cautela aquel particular postre que se posaba sobre la bandeja.

-Tuve algunos inconvenientes con los sirvientes, le ruego me disculpe - se lamentaba acomodando aquella taza de té frente a su amo y un pequeño regalo para él mismo, ao cual el conde no quitaba la vista de encima.

-¿Por eso tardaste tanto? Yo no te lo pedí - decía intentado ocultar sus ganas de comer aquel delicioso trozo de pastel que añoraba hace días, pues se hacía supuestamente enojado y no pensaba ceder tan fácil.-¿Es acaso tu intento de disculpa? - Retaba con la mirada.

-Si a mi amo no le gusta me temo que no me queda mas remedio que retirarlo y traerle algo más - advertía con fingida tristeza acercandose al plato con intención de llevárselo.

-¡No dije que te lo llavaras!- Regañaba arrebatadole el plato listo para comer gustoso, encajaba su cubierto en el postre casi de inmediato- Como eres un dramático no tendré de otra más que comemerlo- dijo al segundo de llevarse un gran pedazo a la boca y comer complacido de su sabor.

-Sabía que le gustaría - sonreía el demonio acariciando suavemente sus cabellos, observando como su amado amo saboreaba su pequeño entremes. -¿Qué lo hizo querer estar en el invernadero el día de hoy? - preguntaba situado al lado de su amo iniciando una platica como últimamente hacian al encontrarse solos.

-Estoy harto de estar en la oficina todo el día, quería descansar un poco, además estoy cansado - respondía con un pequeño ademan mientras se empeñaba en degustar su postre.

-¿A caso no ha descansado bien? - preguntaba curioso el demonio acercándose a su amo con presunta inocencia.

-No, dormir contigo es muy molesto- contestaba con el ceño fruncido para fastidiar un poco al demonio.

-Pero si es usted quien me lo pide todas las noches - El mayor se acercaba cada vez más a su amo con una sonrisa burlona que no pasó desapercibida por Ciel .

-Si pero solo te me quedas viendo toda la noche, y es fastidioso. - Se defendía con un ligero sonrojo y un puchero en el rostro que sólo hacían enterneser al demonio, quien no se quedaría atrás.

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