°Capitulo VIII°

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-Buenos días joven amo, es hora de levantarse- Saludaba el mayordomo para desperatar a su amo mientras tiernamente apretaba sus mejillas.

-Hmmm... - El pequeño conde solo se enrrollaba entre sus sábanas dando aviso a que no deperteria.

-Si mi perezoso joven amo no se levanta me temo que tendré que retirar el Sticky Toffee recién horneado que acabo de traer. - El mayordomo cada vez sabia mejor como persuadir a su joven amo en los momentos donde las caprichoso se ponía, acción a le resultaba sumamente linda a veces.

-Dámelo... - Decía el conde mientras se levantaba de mala gana y con sus cabellos revueltos por doquier y con pocas ganas se situaba en la orilla de la cama.

Sebastian lo cambió como todas las mañanas con sus finas ropas mientras le daba su té matutino con un delicioso postre de chocolate, pues su mayordomo le traía ese tipo de regalos últimamente.

-Creí que no te gustaba que comiera dulces antes del desayuno - intentaba decir mientras se llevaba un gran trozo de aquel manjar a la boca.

-Si al joven amo no le gusta que lo consienta no lo haré de nuevo - Decía en tono resignado, pues le gustaba jugar con el orgullo de su amo.

-No dije eso, solo preguntaba. - malhumorado respondía el conde mientras devoraba los últimos bocados de aquel postre.

-Esos no son los modales que le enseñé, esta lleno de migajas - El mayordomo de poso a su altura, tomó una servilleta y limpio con delicadeza la boca de su amo, intencionalmente cerca.

-¡Yo puedo hacerlo solo idiota!- con molestia y un tono rojizo adornando sus mejillas, el conde aparto de la mano de su mayordomo la servilleta para limpiarse el mismo y mirar hacia otro lado. El demonio sólo sonreía ante esta acción, últimamente le gustaba hacerle ese tipo de jugadas a su pequeño niño, durante los últimos dos meses este era el trato que se tenían, donde su relación amo-mayordomo avanzaba, aunque a pequeños pasos pues ninguno se planteó perder ante el otro.

-Iremos a Londres a revisar el papeleo y gerencia de la tienda local y posteriormente terminaremos al fin aquel pendiente con su majestad - Informaba el mayordomo como todas las mañanas - Tendrá un día algo ocupado.

-Como sea, procuremos salir temprano, no estoy de humor para ir a Londres y mucho menos tratar con los payasos de los testigos - se quejaba mientras se frotaba la frente imaginando el tiempo que perderían.

-Como ordene, en seguida estará listo el desayuno - sonreía como era costumbre dirigiendose fuera de la habitación tras su amo.

[...]

El elegante desayuno estaba posado sobre la mesa, donde el conde se dirigia con sumo cansancio como de costumbre, y a su lado, parado firmemente para hacerle compañía estaba su fiel mayordomo, pues así había sido las últimas semanas, y a pesar de no admitirlo, sabía que al conde le reconfortaba.

-¿Dónde esta el postre? - buscaba con la mirada aquella delicia matutina, pues habia ingerido sus alimentos y a su pensar, necesitaba algo dulce justo ahora.

-¿Todavía quiere más dulces joven amo? - con fingida sorpresa decía el mayordomo solo para molestarlo.

-¡Traelo, es una orden!- no importa como lo viera, en repetidas ocasiones aún era un pequeño niño algo caprichoso.

-Ahhhh...- suspiraba el mayor, casi al mismo tiempo que colocaba frente a su amo una charola y le servía una pieza de su casi necesitado antojo. El conde deleitaba su parte preferida del desayuno saboreando a cada bocado, mientras que por el rabillo del ojo podía observar mirada de su mayordomo posada en el atentamente.

✘Tsuki no ame✘ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora