°Capitulo XIV°

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-J-Joven amo ¿Dónde pongo esto?- Preguntaba el rubio sosteniendo nervioso una pila de platos que a simple vista parecían frágiles para ser manejados por alguien de fuerza descomunal.

Sin embargo el pequeño conde no pensaba con claridad las cosas , tenía en mente otros asuntos más relevantes y hacía caso omiso a la voz en su cabeza que le recordaba a gritos lo pésimo de sí idea.

-Solo ocuparemos unos cuantos, lo suficientemente para dos personas, los demás devuelvelos a donde estaban - Ordenaba el menor de manera autoritaria mientras supervisaba el trabajo de sus sirvientes para preparar una cena digna - ¡Por cierto! Finni - Llamaba nuevamente el conde al joven rubio que ya iba lejos, pero no lo suficiente para poder escuchar el ruido de la porcelana quebrarse a lo lejos.

-¿S-si joven amo? - el jardinero asomaba nervioso su cabeza a través del marco de la puerta esperando pasar desapercibido aquellos platos que yacían rotos por todo el suelo.

-Si encuentras a Sebastian, dile que tiene prohibido rotundamente estar aquí, es una orden - Ordenaba el conde con una pizca molestia en su voz, que terminó poniendo un poco temerosos a los sirvientes, pues eso significa que la estabilidad de esta cena estaba en sus manos - Y limpia eso...-

No podía darse el lujo de depender de Sebastian siempre y eso lo sabía muy bien, sobretodo que la descabellada cena iba dedicada a cierto mayordomo despistado que colmo su paciencia, y para un joven cuya edad y mentalidad le juegan en contra, precipitarse era parte fundamental de la noche.

-J-Joven amo, no es de mi incumbencia pero ¿Para quien es una cena de ultimo momento? - preguntaba con duda la sirvienta, no era de sorprenderse que el evento de imprevisto estaba fuera de lo usual, y el cuestionamiento carcomia a la joven.

-No es de su importancia, de hecho antes de que comiencé ustedes se retiran a sus habitaciones, también tienen prohibido bajar aquí- decía como si de cualquier orden se tratara, ya que la cronología de la noche iba sobre la marcha y como mejor le resultará, y recién se había percatado que no necesitaba a ninguno de los tres por obvias razones.

-¿ehhh? ¿Pero si no esta el señor Sebastian quien atenderá al invitado? - Preguntaba confundida la ama de llaves pronosticado el evidente desastre que se avecinaba sin el mayordomo perfecto dándoles guías, pues tres sirvientes mal acostumbrados a dejar todo en manos del demonio de alta figura no podrían armar una cena a las espectativas de su amo.

-No cuestionen mi orden y solo obedezcan - La sirvienta aún seguía dudando de aquello, sin embargo pensó que tal vez era muy tímido para compartir una cena romántica con la señorita Elizabeth si los sirvientes estaban ahí, en especial el Señor Sebastian, cabe mencionar que a la ama de llaves no se le despojaba de la idea de que todo era planeado con fines de impresionar a su prometida, se emocionaba internamente de tan sólo imáginar tal escena.

-Está bien joven amo, entendemos, pero... ¿Era necesario mandar a Bard a traer cosas para la cena en el carruaje?

-No le veo el problema - contestaba el conde cruzado de brazos. Definitivamente si había un problema con aquello y el lo sabía de antemano, pero era su mejor solución a optar por que aquel destrozo cocinero estropeara todo con su comida hecha carbón.

Ciel sentía revolver su pequeño estómago, a momentos se detenía a pensar en lo descabellado de la situación ¿Un Conde de alta alcurnia preparando una cena para su mayordomo? parecía la premisa de un mal chiste, sin embargo era lo que acontecía esa noche; el si era capaz o no de expresarse libremente cuando lo tuviera en frente, le era aún un enigma en sus ideales que justo ahora, no eran más que un hilo enredado de duda e inquietudes.

✘Tsuki no ame✘ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora