Capítulo XXXII

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• Brad's Narration •

Iba de camino a casa cuando de repente entró una llamada de un número desconocido a mi móvil, la ignoré porque andaba con las manos llenas, pero ese mismo número siguió insistiendo, recién cuando estuve dentro del auto pude contestar.

———— En la llamada ————

¿Hola? —dije al contestar.

Hola cariño, ¿Me extrañaste? —dijo la voz femenina conocida del otro lado de la línea.

¿Arabela? —pregunté confundido.

Se escuchó un par de carcajadas un tanto maléfica, eso hizo que mi cuerpo se estremeciera.

No tontito, no soy ella —contestó.

Número equivocado... —dijo tratando de evitarla.

Tú y yo nos conocemos muy bien —dijo rápidamente.

No lo creo —respondí.

Cariño, ¿Quieres que te haga recordar de la vez que la pasamos muy bien? —dijo con un tono tentador el cual reconocí perfectamente.

¡¡Tú...!! ¡¿Tú eres ella?! —exclamé petrificado.

Que bueno que te hayas recordado, porque ando extrañando tu calor... —la interrumpí.

¡No, no, no! ¡Lo nuestro no va a volver a pasar, nunca pasará! —le grité al móvil como si tuviera al mismísimo demonio en frente.

Oh Cielo... Eso no decías en la cama —rió— Bueno querido, solo pasaba a avisarte que estás en cuenta regresiva —acotó con frialdad.

¿Qué dices? —pregunté casi atónito.

Más tarde tendrás una sorpresa mía, es que no soporto tenerte lejos —respondió cariñosamente.

No me jodas —contesté.

Ojalá tu relación con Arabela dure —habló tajantemente.

¿A qué te refieres? —pregunté lo más rápido que pude.

Ella rió y colgó la llamada.

———— Fin de la llamada ————

¡Hey! ¡Hey! —grité al celular.

De alguna manera u otra me sentía intimidado, acosado, humillado y un sin fin de cosas más. Nunca me había pasado estas cosas, estaba completamente vulnerado y sin saber que hacer.

Lancé con furia mi móvil hacia los asientos traseros y salí del auto y dí un gritó del cual estaba seguro que todos en la playa de estacionamiento me habrían escuchado. Después de soltar mi amargura caí rendido sobre mis rodillas, apoyé mi brazos sobre el suelo y me oprimí en un llanto incontrolado y conteniendo mi ira en mi puños.

Toda la vida he sabido que hacer y ahora que me siendo desorientado y culpable no sé cómo darle solución a este gran problema.

Un hombre de aproximadamente 50 años, que al parecer me habría visto hacer ese escándalo, sé acercó a mí, se puso en cuclillas y me tocó el hombro. Yo que no me había percatado del hombre dí un sobresalto al notarlo cerca de mí.

¿Te encuentras bien? —preguntó el hombre.

No, no estoy bien, soy un inútil —contesté.

El hombre sacó una botella de agua de su abrigo.

Ten, toma un poco de agua —me extendió la botella.

Miré con rareza el acto del hombre, pero supuse que en verdad necesitaba tomar un poco de agua, así que me dispuse a abrir la botella que al parecer hace unos minutos la había comprado y mientras yo hacía esto el hombre me iba hablando.

Caer o Volar || Bradley Simpson //En Proceso//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora