CAPÍTULO 2

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Nathan Black

—¿Pero a quién tenemos aquí? —dije con una sonrisa divertida.

Jake, Ash y una rubia se giraron inmediatamente hacia mí, mirándome confundidos. Sobre todo, Jake.

Yo, por otra parte, no les presté mucha atención porque toda mi atención estaba puesta en la morena que apenas se había girado y estaba ignorándome.

Me encanta.

Me encantó desde que se chocó conmigo, o yo me choqué con ella, o nos chocamos los dos. Bueno, en definitiva, desde que la vi hacía una hora más o menos.

Desde el primer momento en que la vi agachada, recogiendo sus papeles...Oh dios mío, se veía demasiado bien desde mi perspectiva. Abrió una nueva fantasía en mi cabeza.

Más me gustó cuando en vez de quedarse callada, me respondió con altanería, cosa que ni ella se lo esperaba.

Fue adorable. ¿Acababa de llamarla adorable?

Pero fue mirarla y me perdí en ella. No es que fuese mucho de fijarme en las chicas con las que me acostaba, es más, la mayoría de veces ni me acordaba de sus nombres. Pero no a malas. Simplemente es que no había llegado a conectar con ninguna como para llevar esa atracción a algo más. Yo ya dejaba claro que no habría nada más que sexo, así que no podían esperar de mí que les contara mis problemas ni que yo iba a escuchar los suyos.

Eso sí, nunca me había pasado lo que me pasó con ella. Sus ojos marrones, grandes y bien abiertos me cautivaron desde el primer momento, su expresión de asombro también lo hizo. Esas pecas que se dibujaban por encima de esa pequeña nariz suya le daban un toque bastante adorable e infantil.

Otra vez he dicho adorable.

Bueno, seguimos. Sus ojos estaban enmarcados por unas largas y oscuras pestañas que se batían cada vez que pestañeaba. Tenía la cara redonda y mucho moflete, esperando a ser comido a besos y tocado. Sus labios... pequeños y tentadores. ¿Es normal solo con verlos querer morderlos y besarlos?

Su cuello era muy sexy al igual que su clavícula que estaba ligeramente expuesta. Y esas pequeñas manos apretando con fuerza las hojas contra su pecho me encantaron. Eso sí, por culpa de esas malditas hojas, no pude echar un buen ojo a lo demás. Pero tampoco que importase, ya estaba encantado con lo que veía...

Bueno, apenas la conocía y ya me fascinaba. Aunque fuese pequeña, más bajita que yo, -porque en comparación conmigo era una enana-, no perdió la valentía ni el carácter para responderme, cosa que me encantó. Odiaba cuando las chicas se me quedaban mirando embobadas y apenas podían decir dos palabras seguidas sin tartamudear.

Ella no hizo nada de eso. Puede que algo en ella me hubiese gustado demasiado...

—¿Os conocéis? —preguntó Jake, mirándome confundido.

—Sí, se ha chocado conmigo, la desesperada esta.

—¡Maldito engreído! —se giró de golpe, llena de rabia—. ¡No me he chocado contigo porque me gustes, idiota! ¡Ni siquiera te había visto antes!

—Ya, excusas...

—Serás...

—Relax —interrumpió Jake la pelea. Vi cómo se contuvo, formando dos pequeños puños a ambos lados de su cuerpo.

—Este es el imbécil del que te hablaba —dijo entre dientes, mirando a Jake.

—¿Este es el imbécil? —le preguntó incrédulo y esta asintió, mirando a su hermano confundida en cuanto se echó a reír—. Este es Nate, mi amigo.

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