CAPÍTULO 29

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Zoe Davis

En cuanto Scarlett vino a buscarme a casa, se lo conté todo. Necesitaba hablar con ella. A mi amiga se le daba genial ayudar a los demás, escucharlos y ayudarlos. Me aconsejó y la verdad, se lo agradecí muchísimo. Porque, de alguna manera, hablar con ella me hizo sacarme un peso de encima.

Me dolía explicar y asumir que lo mío con Nathan había acabado, que ya no iba a ser lo mismo. Ni siquiera lo podía ver. De un momento a otro pasó de ser una persona que quería, que amaba, a alguien completamente lejano a mí.

Al llegar, Scarlett me dejó mi tiempo. Me pasé una maldita semana encerrada, intentando comprender todo. Intenté darme cuenta de que ya no iba a recibir mensajes ni llamadas suyas. Intenté comprender que ya no formaría parte de mi dia a dia.

Me pasé la semana entera llorando, escuchando música y sin apenas salir de mi habitación. Tan solo, para comer. No hablé con nadie, ni con Scarlett, ni Asher ni Grace. Todos me enviaron muchísimos mensajes que apenas leí. No podía. Me sentía fatal y me dolía todo.

Una semana después

Por fin había logrado dar un paso hacia delante. No es que lo hubiera superado, ni mucho menos. Pero me había dado cuenta de que no podía dejar que esto me afectara tanto en mi vida, mucho menos en mis estudios.

Me salté una semana entera de clases, no podía saltarme más.

Me costó muchísimo poner un pie en la calle. Sentía como que en cualquier momento me iba a derrumbar. Por suerte, mis amigas me ayudaron y me acompañaron en todo momento.

Poco a poco tenía que ir volviendo a mi vía, aunque con un vacío enorme en el pecho. Había sido bastante duro, pero solo salí para ir a las clases. Porque, después, me iba directamente a mi residencia para encerrarme.

Durante esta semana había empezado a hablar de nuevo con Scar y tenía que admitir que me empezaba a sentir un poco mejor. Me había estado ayudando muchísimo. También hablé con Ash y Grace. Se enteraron de todo. No se lo tuve que contar yo porque la verdad es que no me sentía con fuerzas para hacerlo. Scarlett fue la que se lo dijo.

Eran mis amigos, y tarde o temprano, se iban a acabar enterando.

Entre todos me habían ayudado y apoyado en todo lo que han podido, y yo se lo agradecía muchísimo, porque cunado estaba con ellos, mi mente se despejaba y dejaba de pensar en él.

Ellos habían sido mi apoyo durante esta semana.

La siguiente semana

Había vuelto a las clases con normalidad. También había vuelto a comer con mis amigos en las gradas, aunque por las tardes me volvía a encerrar en la habitación.

Pero estaba dando pequeños pasos.

Me dolía que ya ni nos hablábamos. Notaba como me faltaba una parte de mí. No estaba completa.

No supe nada de Nathan, por una parte, lo agradecía. Pero había otra parte de mí que quería saber como estaba, donde estaba, que estaba haciendo, si estaba bien...

¿Me odiaba? ¿Me seguía queriendo? ¿Me echaba tanto de menos como lo hacía yo? ¿Me culparía por todo?

No me llamó ni me escribió ningún mensaje. Y por mi parte, tampoco lo hice. Aunque la verdad, hubo muchos días que tuve la tentación de coger el móvil y llamarlo porque no podía más.

Por una parte, pensé que volvería a la normalidad en cuanto viese a mis amigos y pasará rato con ellos, pero no ha sido así.

Cuando estaba con ellos, intentaba despejarme y pasar un buen rato, pero siempre acababa sonriendo falsamente o poniéndoles escusas para irme a la residencia y encerrarme.

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