CAPÍTULO 12

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—Solo quiero dormir —digo cuando vuelven a insistir—. Gracias por venir a buscarme.

Ambos niegan con expresión preocupada. Sabiendo que no podré dormir, me meto en la ducha con el agua helada. Intento que su tacto se borre de mi piel, que el deseo y el cariño que siento por él se esfumen.

Al salir de la ducha solo consigo tiritar aferrada a mi toalla. Me pongo una camiseta tan vieja que los agujeros parecen del mismo diseño. Unas braguitas y salgo a mi habitación. Daniel espera sentado en mi cama con un movimiento nervioso de piernas. Alza la mirada y me transmite esa preocupación.

—Estoy bien —digo peinando mi pelo mojado con las manos.

—He escuchado tu voz en el teléfono de mi hermano —niega.

—¿Dormís juntos? —bromeo intentando desviar la conversación y quitarle hierro al asunto.

—No podía dormir y esa bella durmiente te ha contestado en el último tono —cierto, la segunda persona a la que llamar era Oliver.

—Daniel, de verdad que estoy bien. No quiero hablar de ello.

—Vale, pero déjame quedarme.

Le declaro una mirada crítica y fuerza una sonrisa ladeada.

—Te debo una disculpa —mira al suelo y oculta la sonrisa tras los mechones de su pelo que se deslizan hacia adelante—. Pierdo los nervios muy rápido con la gente que me importa y que ese cabrón de Dominik te hablara así en la cena...

—Dominik es y será siempre así. Para mi desgracia forma parte de mi mundo laboral. Da igual que no esté en mi empresa, buscará la forma de aparecer.

—¿Porqué? —pregunta cómo un niño ansiando la verdad.

—Porque está enamorado de Erik —me siento a su lado y cruzo las piernas desnudas—, de una manera enfermiza.

—Pero... Erik es...

—No —sacudo mi cabeza—. Erik es heterosexual y antes Dominik era su mejor amigo.

—¿Y apareciste tu y se separaron?

—No. Dominik hizo que Erik se separara de él.

—¿Entonces porque...?

—Es complicado, Daniel.

—Quiero saberlo, quiero conocerte... si quieres.

—Erik no es el tipo de hombre que tiene relaciones —hago una mueca al recordar a Gemma. Me tomo mi tiempo para guardar las lágrimas—. Pero conmigo tuvo una. Incluso me quedé embarazada.

—¿De verdad? ¿Y qué pasó? —a pesar de que podría considerarse un completo cotilla, la ansia de su voz y la preocupación me demuestran que realmente quiere es verdad para cuidarme, para saber de mi, para acompañarme.

—Dominik —cierro los ojos al recordar cómo vino al baño y me tocó—. Echó en mí bebida una píldora abortiva. Erik y yo decidimos acabar con el aborto, el feto no estaba sano, yo podía morir si seguía adelante.

Sus nudillos se vuelven blancos sobre sus piernas y el recuerdo del pasado no me hace tanto daño como pensaba. Siento como si contara lo que le ha pasado a un conocido, como si no reconociera mi propio pasado como mío.

—Lo siento —dice—. Siento hacerte hablar de esto.

—No pasa nada —niego—. Pero quiero dormir, aunque sea solo una hora.

—Claro —se levanta de la cama pero cojo su mano.

—Quédate, por favor.

—Lo siento, Mia. Pero no puedo.

ESTE ES MI JUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora