CAPÍTULO 17

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Los dos vamos de camino al hospital para ver a Axel, ambos en silencio en el coche y Chris siguiéndonos con el mío. Veo que lo mira por el espejo retrovisor.

—¿En qué piensas? —le pregunto.

—En tu guardaespaldas.

—¿Qué le pasa?

—¿Está dispuesto a venir a Alemania? ¿Se lo has dicho? —veo de refilón como me mira y vuelve la mirada a la carretera.

—No quiero ir a Alemania, Erik.

—¿Porque?

Ahora soy yo quién le mira ¿No hay una negativa? ¿Va a escucharme?

Parece que quiere hacerlo, tiene la expresión calmada, la mandíbula menos tensa y la mirada fija a la carretera.

Qué sexy es.

—Porque no quiero ceder a su chantaje, cambiar mi vida por él.

—Si no lo hacemos, tu vida cambiará a peor... da igual el tiempo que estemos contigo, sabes que al final llega a ti. Siempre se sale con la suya, sabe como hacerlo, Mia.

—No me hará nada.

—Mia me lo prometió.

—¿Qué cambia de Alemania a aquí?

—Primero, que él no puede viajar fuera del país con la condicional. Segundo, que hay un equipo de seguridad en mi casa.

—¿Un equipo de seguridad? ¿Y cuándo se soluciona Erik? ¿Cuándo podré volver a casa, a mi vida?

—Tu hermano me ha dicho que Aaron... que están en ello.

Prefiero no comentar nada de eso.

—¿Y las amenazas? ¿Te llamó?

—¿La noche que pasó eso? —hace una pausa, veo como traga saliva con pesadez—. Me envió fotos y vídeos des de un teléfono que no han podido rastrear... y me llamó con el mismo. De ahí no se puede sacar nada.

Ya sé que le envió, las promesas que le hizo pero... ¿Esto es tener dinero? Bueno, supongo que esto es tener dinero y encontrar a un hijo de puta con el mismo poder que tú ¿No? Porque si Mc Mad no fuera nadie, no tuviera nombre, nada de esto pasaría porque no podría llegar a mi.

¿E irme a Alemania? una locura.

—¿Y si le tiendo una trampa? —suelto sin pensar.

—¿Qué?

—Puedo hablar con Aaron y prepararlo. No sé, quedarme sola, expuesta y... para pillarlos con las manos en la masa.

—¿Con las manos en la masa? ¿Quieres decir atacándote? —noto el nerviosismo creciente en su voz—. Estás loca si crees que voy a dejar que alguno de sus putos cerdos se acerquen a ti.

—Erik, hay que hacer algo. Se puede... yo creo que si la policía lo prepara.

—Qué, Mia. Pueden pasar mil cosas, pueden salir mal otras mil.

—Ya pero...

—Se acabó la conversación —sentencia cabreado.

—No se ha acabado porque tu lo digas.

Vaya miradita me echa, por el amor de Dios.

Me muerdo el labio para no echarme a reír.

—¿Ahora te ríes? —me espeta en alemán.

Le ha salido tan natural, tan cabreado que suelto una risa rápida.

—No me atrevería —murmuro divertida

ESTE ES MI JUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora