8. POV ERIK

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—Hola, querido.

Edith viene hasta mi despacho, me levanto y me da un beso en la mejilla bastante sonoro. Con una sonrisa me limpia el carmín que seguro que ha dejado.

—Hola.

—Tienes mala cara.

—Una mala noche —respondo tajante.

Anoche hice el jodido gilipollas.

Edith me escruta con la mirada, la sostengo. Nunca más le he vuelto a apartar la mirada, es un tema de dominancia. La única que me hace apartarla es Mia.

Veo a Mary andar hacia mi despacho con nerviosismo.

—Señor Dagger, un hombre pregunta por usted, pero ya he llamado a seguridad y...

Echo un ojo por encima del hombro de Mary. Sus tatuajes resaltan sobre cualquier otra cosa, la verdad es que le pegan y pueden llegar a intimidar, pero sé quien es y me hago una idea de lo que quiere, así que puede irse a la mierda.

—Sí, que se marche de mi empresa.

Cuando llega la seguridad del edificio, simplemente asiente y no opone resistencia.

¿Tan fácil? ¿A qué juega?

—¿Quién es? —pregunta Edith divertida—. Nuevas compañías ¿Eh?

—No, solo alguien que no me interesa.

Viene a decirme que va a estar con Nika o con Mia.

No viene a pedirme permiso, solo a informarme y si lo intenta, quizás le informe de que se está equivocando en muchas cosas.

—¿Problemas? —insiste, ahora preocupada.

—No, tranquila ¿Qué querias decirme?

—Estás invitado este fin de semana, espero que no lo hayas olvidado.

—Es tu cumpleaños —asiento—. He tenido cáncer, pero por suerte no he perdido la memoria.

Aunque casi, Dagger.

—No digas esas cosas —murmura horrorizada—, tu humor ha empeorado.

Suelto una carcajada. Tengo derecho a hacerlo ¿No? he ganado a un gigante muy cabrón.

—Allí estaré.

—Trae una sumisa —me reta de nuevo.

¿Todos quieren ver cuánto aguanto?

—No llevaré a nadie.

—Pensé que ya tendrías una sumisa... tienes que traer a alguien, si no, pierde todo el encanto —me guiña un ojo—. Estás en tus mejores años y recuperado, vuelve.

—Veré que hago, pero allí estaré.

—Bien, me voy.

La despido y me vuelvo a sentar tras mi escritorio. Me llevaría a Mia, volver a jugar con ella en condiciones, besarla, tocarla, hacerla sentir en la cima del mundo, decirle que la...

Vomitivo, Dagger.

Edith: Tu amigo no se da por vencido.

Imagen.

—¿Qué cojones...? ¿Tengo que ir a echarte yo?

Está apoyado en un coche viejo y mirando con un par a Edith, que seguro le ha hecho la foto sin importarle la discreción.

Veo a los clientes con los que tenía la reunión ir detrás de Mary a la sala de reuniones.

—Enseguida vuelvo —le digo a Mary discretamente—, ofréceles algo para tomar.

ESTE ES MI JUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora