CAPÍTULO 2

17.7K 903 598
                                    

Quiero solucionar esto yo sola, pero después de ver a Erik... mi mente no ha dejado que me concentre en otra cosa ¿Qué se supone que tengo que hacer? odio a Erik por haberme dejado, lo odio por no dar señales de vida en cuatro años y... y a pesar de eso, mi cuerpo sigue reaccionando a él sin hacerme ningún caso, mi cuerpo le hace caso a él, pero las cosas han cambiado, las cosas han cambiado y no es como él quiere, ya no.

Sin poder pensar nada en claro, llamo a Víctor. Ojalá pudiera llamar a Liam y Kate... pero ahora son padres y ya es tarde para poder hablar con ellos. Víctor se ha convertido en mi confidente más cercano con el tema de Erik.

—Hola... eh... no hace falta que vengas a buscarme.

Miro la planta toda vacía. Menos mal que nadie tendrá que ver el mal humor de Víctor cuando...

—¿Porqué? he quedado pero te llevo a casa, como siempre —dice distraído—, ya estoy llegando.

—Víctor, tengo un problema —me muerdo el labio con fuerza.

—A ver, sorpréndeme —dice divertido.

—Erik ha venido a verme —silencio en la línea—, quiere que cenemos juntos. Le he dicho que no, pero vendrá, claro que vendrá.

—Claro, porque ese cabrón piensa que siempre va a poder tener lo que quiere —espeta enfadado—. Estoy entrando al edificio, coge tus cosas, nos vamos a casa.

Me cuelga y por su tono de voz sé que le ha cabreado muchísimo. Sí, yo también estoy así, con ese humor de perros, con la idea de que Erik crea que puede hacer lo que le de la gana.

¿Pero entonces porque una parte de mi quiere cenar con él? ¿Porqué tengo la necesidad de decirle que las cosas han cambiado?

—Venga —dice Víctor avanzando a mi despacho. Es increíble como le mosquea este asunto—. Nos vamos a casa.

—Tú has quedado —le recuerdo. 

—Lo acabo de cancelar.

—Víctor —le miro de malas maneras.

—Qué. Eres colega. No puedo dejar a mis colegas cuando un ex vuelve. Vámonos.

—Víctor... he pensado en ir a cenar con él.

—¿Qué? —se desespera en un segundo— ¿Estás loca? te dejó, el día de vuestra boda, estuviste cuatro putos años para poder volver a tu casa, a Nueva York, solo porque no podías pensar en.

—Víctor, cálmate. Creo que necesito ir con él para poder pasar página.

Decirle que no soy la misma.

Coge aire y lo suelta. Se apoya en mi mesa y cogiéndome de la mano me acerca a él.

—Lo siento, pero no puedo. Eres mi mejor amiga y si ese cabrón se atreve a.

Mira detrás de mi, por encima de mi hombro. Se pone en pie y me aparta con cariño. Algo totalmente opuesto al humor que se le acaba poner.

—Fuera —le espeta antes de que pueda cruzar la puerta de mi despacho.

Erik le ignora, pasa por su lado y cuando me tiene delante, sonríe.

El corazón se me sale por la boca. Me vuelve a faltar el aire. Como si fuera la primera vez que viera esos ojos, pero sabiendo todo lo que hay detrás.

—Vamos, tengo mi coche abajo —dice como si no pasara nada.

Mierda. Esperaba tener más tiempo.

—Lárgate —le repite Víctor de malas maneras—. ¡Eh! te estoy hablando —le coge del brazo y le hace girar.

—Víctor, Víctor —hago que le suelte—, por favor. No importa.

ESTE ES MI JUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora