CAPÍTULO 29

2.8K 163 44
                                    

Soy yo la que se despierta primero. Me gusta la claridad que entra por la ventana. 

Consulto el reloj en mi teléfono y parece que de inmediato, me llama Alex. 

—¿Sí? —respondo susurrando. 

—Buenos días ¿Está despierta? tenemos que repasar la agenda. 

—La puta agenda —espeto cansada. 

A Gia jamás se le ocurriría llamarme tan temprano. 

Erik se queja a mi lado en un murmullo, frunce el ceño y a mi se me escapa una risa. Acto seguido lo veo abrir un ojo. Sonrío más. 

—¿Te ríes de mí? —dice divertido. 

—Cállate.

—Oh, perdona —murmura Alex en la línea. 

—No, Alex, no era a ti. 

Erik se pone encima de mi y me tapo la boca para no reír. 

—Estoy en el vestíbulo —intenta de nuevo. 

Erik se inclina, levanta mi pequeño vestido y empieza a hacer un recorrido de besos húmedos. 

—No, Alex. 

—¿No?

—Ehh... —jadeo cuando llega a mi monte de Venus.

Erik para un momento. Me quita el teléfono. 

—Luego miráis la agenda, estará lista en una hora. 

—¡Erik! —me echo a reír. 

—Me saca de quicio incluso a mi —replica—. Venga, tenemos una hora. 

Vuelve bajo las sábanas. Con calma, vuelve a levantar mi vestido y repite el mismo sendero con sus labios. Me remuevo cuando besa mi monte de Venus, como respuesta, de manera poco gentil aprieta sus manos contra mis caderas. 

—Quieta. 

Lo que más me gusta del sexo con Erik es su calma, sus ganas de desesperarme. Yo con él soy incapaz, no quiero estar tranquila con él, lo quiero con ansias, siempre estoy sedienta de él. 

Pasea su lengua entre mis pliegues lentamente, recogiendo todo de mi. Acaricio su cabeza entre mis piernas, enredo su pelo en mis manos. 

Cuando lo reclamo, sale de entre mis piernas y se pone a mi altura. Procurando que su erección se coloque justo a punto de entrar, me besa con muchísima pasión. Le contesto del mismo modo. 

A medida que nuestras lenguas suben la intensidad, su cadera se mueve poco a poco para entrar del mismo modo.  

No hace falta que diga nada, sabe cuando lo necesito, sabe cuando entra, que me muero por él tanto como él por mi.

Nuestros gemidos son los que hablan a gritos. Dentro de mi, se queda quieto y yo lo siento en toda su plenitud. Mi interior se contrae y lo abraza. Volvemos a gemir. 

Nunca me podré acostumbrar a lo que siento cuando hacemos el amor. 

Lo atraigo mas a mí y él hace lo mismo. Pasa su mano por detrás de mi espalda y me pega más a él. 

Cuánta necesidad de estar juntos. 

Se mueve haciendo caso a la suplica de nuestros cuerpos.  

—Acaríciate. 

Obedezco. Empiezo a acariciarme al ritmo de sus caderas. 

Es ese sexo rápido pero necesario. Son de esos que necesitas como si fuera droga. Y eso siento cuando llego al clímax y cuando él se deja ir dentro de mi. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 19 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

ESTE ES MI JUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora