CAPÍTULO 4

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—Entonces ¿A que te dedicas? —le pregunta Daniel a Nika.

—Está fuera de tu alcance —le espeta Erik cogiendo la copa.

La escena me resulta de lo más familiar. Erik es de lo más posesivo con las mujeres de su vida. Quizás Daniel intenta ligar con Nika de una manera poco discreta, pero es que Daniel es poco discreto.

—Soy tatuador —dice después de que todos reciten sus glamurosos trabajos.

—A la vista está.

Pero Erik se está pasando con su tono de desprecio.

—Y ahora que me voy a quedar una temporada aquí en casa de mi buenorra amiga Mia —pasa un brazo por mis hombros—, espero despegar aún más.

El tacto de Daniel en mi a Erik no le hace ninguna gracia.

—¿Así que vivís todos ahí? —pregunta Fred con una sonrisa pícara.

—Ya ves, hoy Mia ha entrado al baño cuando ha escuchado que me estaba duchando —informa a todos—, no me ha importado, pero... podría haber avisado y así preparo un baño de espuma.

Le doy un codazo a Víctor en las costillas. Mi madre me mira con cara de alarmada total y Erik con ganas de darme unos azotes. Literalmente.

—Cállate que aquí hay alguien más que se la quiere tirar —susurra Fred en tono jocoso a Daniel, pero encargándose de que nos enteramos todos.

—¡Fred! —le espeta Nika—, por favor.

—Bueno, es verdad —se encoge de hombros—, pero luego la aban... do... —baja el tono hasta que este desaparece.

Esto es demasiado. Esta dichosa cena me está superando.

—Si me disculpáis —dejo la servilleta de mi regazo encima de la mesa—, enseguida vuelvo.

—No era... —intenta Fred.

—Eres un gilipollas —le reprende Erik marchándose en dirección contraria a mi.

No encuentro el dichosos baño, ni un servicio. Entro a una habitación y me siento en la amplia cama.

Podría dejarlos a todos aquí y que les den. A todos y cada uno de ellos, volver a irme a Italia o...

—Toc, toc.

Daniel estira el cuello por detrás de la puerta.

—Piérdete.

—Eh, que yo no he hecho nada.

—No he entrado para verte esta mañana.

—Vale, vale —alza las manos. Creo que mi cara es suficiente amenazadora—. Es mentira.

Se sienta a mi lado y se queda en silencio conmigo ¿Qué quiere? ¿Que me confiese? ¿Que le diga... porque estoy en silencio? ¿Porqué está aquí?

—Daniel —digo a punto de estallar en un ataque de risa— ¿Qué haces?

—Silencio, como tu.

Suelto una risa.

—Tiene que ser duro para ti estar con él.

Su tono pausado y calmado me desconcierta un poco.

—He tenido tiempo para superarlo.

Veo una sombra al otro lado de la puerta y como creo que incluso él se ha dado cuenta de que le he descubierto, pasa.

—¿Puedo hablar contigo un momento?

Deja la puerta abierta y se espera en el humbral, con las manos en los bolsillos y su vista fija en Daniel y en mi.

ESTE ES MI JUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora