CAPÍTULO 1

49.8K 1.1K 929
                                    

Me aparto de toda la gente de la fiesta. Esta casa me recuerda a la de Erik... pero ahora no quiero pensar en eso, estoy aquí fuera para poder despejarme un poco.

Me cojo a la barandilla y miro hacia abajo, las vistas son vertiginosas pero no me molesta en absoluto, como siempre he dicho, aquí, casi a la altura del Empire State, encuentras la calma.

—Mia —Gia se me acerca con mi martini—. Deberías venir, hay gente que quiere conocerte.

—Gracias.

Por fin me siento como en casa, por fin estoy en Nueva York, donde debo estar... aunque hubiera preferido algo de calma, esta fiesta era necesaria. Después de todo, me he pasado en Italia tres años, tengo que captar más socios aquí, en Estados Unidos, no puedo darle la espalda a todas las multinacionales. Será una temporada de mucho trabajo.

Sigo a Gia hasta unos trajeados con cara de estirados.

—Mia Clark —me presento como si no me conocieran. Les estrecho la mano y recreo mi sonrisa formal.

—Jackson Mitman.

Mitman, otro hijo de empresario con éxito que se queda con la empresa después de la jubilación de su padre. Los Mitman, empresa de madera de muy alta calidad, sería genial tenerlos.

—Encantada de conocerle, señor Mitman.

—Lo mismo digo —me sonríe, esa sonrisa perfecta. Es como la marca de agua de todos los ricos jóvenes— ¿Cuándo llegó a Nueva York?

Puras formalidades, no se puede ir directamente a los negocios.

—Me he instalado hace un par de días —aquí, en este mismo edificio, en la última planta. Pero eso no lo tiene porque saber.

Unas cuantas preguntas más sin sentido alguno y... aquí está.

—Le daré un contacto a su secretaria para que se ponga en contacto con nosotros.

—Claro.

Gia, fielmente a mi lado, guarda la tarjeta con una sonrisa tímida.

—Espero poder hacer negocios con usted, señorita Clark.

Parece que me guiña un ojo... pero hago caso omiso. Trabajo y placer no volverán a ir juntos.

Pasamos a otro campo, camino un poco intentando llegar al baño, pero antes de que pueda me retienen otro grupo de empresarios.

Son como tiburones, no solo por el tema empresarial, en toda la sala, con más de ochenta invitados una veintena como mucho son mujeres. Cuesta hacerse un hueco en la élite cuando eres mujer, es injusto pero cierto... y lo peor es que mucho de ellos no saben disimular el desagrado de que una mujer tenga éxito.

De todos modos, Gia colecciona un gran número de tarjetas de contactos. La agenda se va a llenar y eso es bueno.

Entro al baño, siempre con Gia hablando sobre lo importante. Me miro en el espejo y me peino un poco con las manos, me retoco el carmín, me aliso la camisa y al mismo tiempo estiro la falda de tubo.

—Gia —la paro, me recuerda a mi cuando era ayudante—. Tómate algo.

—Pero...

—Gia Ricci —le interrumpo—, sal ahí fuera y tómate una copa, yo recogeré las tarjetas.

Me sonríe tímida.

—Gracias —sale del baño con paso inseguro, cuando vuelve a mirarme le hago otra señal y se va a por su merecida copa.

Entro al cubículo y al salir, me lavo las manos. Aprovecho el agua fría para ponerme en la nuca y respirar un poco de calma.

Otra vez.

ESTE ES MI JUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora