CAPÍTULO 3

15.1K 857 195
                                    

—Pero tu venías en una semana —murmuro.

Y que más da que haya venido antes... que bueno está.

—Tápate —le espeto tirándole la toalla.

—Perdona.

Se enrolla la toalla en la cintura, sigue dejando que admire sus tatuajes, por todo el cuerpo... bueno, menos ahí.

—Tu debes de ser Mia —da un paso al frente y me da dos besos. Las gotas de su cabello caen en mi mejilla como una pequeña lluvia refrescante—. Mi hermano tiene que estar al llegar.

—Y me va a oír.

Nos quedamos unos segundos en silencio y mi mirada va de nuevo a sus tatuajes, por sus brazos, su abdomen, su cuello...

—¿Quieres tocar? —se mofa.

—¡No! —resoplo— pero sal de aquí, este es mi baño, hay otro en la habitación de invitados, donde deberías estar.

—Pero este es mejor.

—Son iguales.

—Bueno, pues este huele mejor —se encoge de hombros.

—Y a mi que me cuentas, sal de mi baño.

Me sonríe ¿Qué narices le pasa?

—Daniel no tienes que... —Víctor nos mira a ambos—. Qué está pasando aquí.

—He acabado de ducharme y ella ha entrado para mirarme —dice alzando las manos.

—Es mi baño, no he entrado para mirarte, creído de...

—Mia —me regaña Víctor.

—Qué, ha sido él —espeto de la peor manera.

—Tu teléfono me va a volver loco —señala la puerta—, y yo tengo tengo que tirarle de las orejas a este capullo.

—Claro.

Con un ademán salgo del baño y contesto al teléfono.

—Mia Clark ¿Dígame?

—Tenemos un problemita en la oficina...

—¿Gia de que hablas? —escucho mucho ruido de fondo.

—Una señora con un crío... dice que quiere verte y además ha traído una oleada de paparazzis que se niegan a irse.

—Joder —me tomo un segundo para pensar—. Que seguridad se encargue y si no lo hacen, llama a la policía, yo me encargo de mi madre.

—¿Todo bien? —pregunta Víctor des de la puerta del baño.

—Sarah está con su hijo en mi oficina y tenía que hacerlo a lo grande.

—Te llevo.

Daniel sale del baño cambiado, se tiene que decir, no es que sea guapo, tiene algo, es... atractivo.

—¿Y él?

—Va a ver un estudio, lo tengo que llevar.

Gia vuelve a llamar y mientras me dice que mi madre está hablando de mi, insisto a Víctor. Intento calmar a Gia, sé que mi madre es insufrible y que ahora mismo estará como si fuera la dueña de todo el edificio.

—La voy a matar, te lo juro, pensaba que estaba en Los Angeles.

—¿Quién? —pregunta Daniel en el asiento de atrás.

—Mi madre.

Intento buscar en mi teléfono alguna noticia reciente de ella, algún drama, algún soplo importante, pero nada. Las revistas del corazón están tranquilas con Sarah Sparks, algo poco frecuente.

ESTE ES MI JUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora