CAPÍTULO 23

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Abro los ojos algo desubicada, miro por la ventana, es de noche. Mi mente conecta con la realidad, estoy en Portugal para ir mañana a Madrid. Sí, el congreso.

Me levanto de la cama y voy al mini bar. Cojo una botella de agua pequeña, una chocolatina y enciendo el televisor. Ni siquiera lo miro, lo dejo de fondo mientras vuelvo a la cama.

Pero recuerdo que tengo algo que hacer... y allí en casa, todavía no es de noche. Marco el teléfono de Víctor.

—¿Cómo estás? —me dice nada más responder.

—Eres un bocazas Víctor García —le suelto—. Le has dicho a Erik lo de Daniel.

—Mia, igual que yo no soy tonto, él tampoco.

—¿No has hablado con Erik?

—Sí, he hablado con Erik y le he pedido que te eche un ojo, pero tu solita le has demostrado que estuviste con Daniel ¿Y sabes qué? haced lo que queráis, sois adultos, pero Mia, no me hagas elegir entre mi hermano y tú.

—¿Y eso qué quiere decir?

—Lo sabes perfectamente... Tengo que colgar, tengo cosas que hacer. Llámame con lo que sea.

—Víctor, tu hermano no... no he hecho nada que pueda hacerle daño.

—¿Pero lo harás? ¿Crees que mi hermano no está colado por ti? —su tono empieza a cambiar—. Tú quieres a Erik, no a Daniel.

—No quiero a ninguno, ni a tu hermano ni a Erik —le suelto poniéndome a la defensiva.

—Como quieras. En serio, tengo que colgar.

Me cuelga sin que pueda decir nada más. Está enfadado. Por supuesto que lo está.

Escucho unos golpes leves en la puerta de mi habitación. Quizás Chris quiera saber como estoy ¿Cómo sabe que estoy despierta?

—¿Sí? —respondo antes de abrir.

—¿Me abres?

—¿Erik?

Abro la puerta. Por supuesto que es él.

—Te invito a una copa —dice.

No lleva la americana ni la corbata, pero va impoluto con su camisa blanca y los pantalones del traje. Lleva los gemelos que le regalé para su cumpleaños.

—Yo tampoco puedo dormir... y las paredes son de papel —continúa.

¿Me apetece una copa con él? No lo sé. Pero lo último que quiero es quedarme entre las cuatro paredes de mi habitación pensando en Víctor y Daniel.

—Déjame que me cambie, pasa.

—Mejor espero aquí.

—Puedes pasar, no voy a tardar.

—Mia, no soy de piedra, y menos si te cambias delante de mí.

Se me olvidaba que conmigo no tiene ese control. Es halagador que eso no haya cambiado.

—Perdona —murmuro.

Dejo la puerta entornada y voy directa a mi maleta.

¿Una copa con Erik? me pongo de los nervios en una fracción de segundos ¿Qué me pongo? ¿Me debería importar tanto?

Elijo un vestido negro corto y unas sandalias de tacón. No es demasiado, pero tampoco es poco. Es elegante y sexy.

Cuando abro la puerta, sin darme cuenta, estoy pendiente de su reacción y de cómo va a mirarme. Y ahí lo tengo, me mira de arriba abajo, como si nunca hubiera perdido ese derecho.

ESTE ES MI JUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora