Capítulo 2: Amienemigos

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Draco estaba en la sala común, hacia un frio de los mil demonios porque se acercaba navidad y él estaba intentando leer sobre animagos, pero solo veía las paginas sin leer realmente lo que había en ellas, pensando en su novio. Harry había estado muy ocupado y distante esos últimos meses. Draco entendía que lo que hacía era importante, pero en serio lo extrañaba.

— Hola, Dray

Draco gruñó con fastidio.

— Te he dicho que no me llames así, Riddle

— Y yo te he dicho que te vayas a la mierda, pero aquí sigues.

— ¿A qué vienes? ¿No tienes nada mejor que hacer?

— ¡Bravo! ¡Adivinaste! ¿Galleta o estrellita dorada? — Dijo el chico lanzándose sobre el sillón frente al de Draco

— Cállate, no estoy de humor.

— ¿Problemas en el paraíso? — Preguntó con una sonrisa maliciosa

— Si los hubiera, tú serías la última persona a la que se los contaría...

— No es necesario que me lo cuentes. Todo el colegio sabe que Potter te engaña con Longbotton...

— ¡¿Qué?!

Draco lo miro alarmado, pero él solo rio.

— Bueno... no todo el colegio, al parecer

— Estas mintiendo, obviamente — Dijo después de calmarse de la impresión

— ¿Por qué te mentiría?

— Hay tantas razones...

— Pero si puedes preguntarle a cualquiera... ¿qué crees que hacen tantas horas encerrados en ese laboratorio de pociones?

— Trabajar — Contestó con seguridad

— Si eso es lo que crees...

Tom suspiró y se puso serio.

— ¿Sabes qué? Es que no quiero que salgas lastimado... Sé que no me creerás, está bien. Solo ten cuidado con tu corazón...

Draco frunció el ceño, aquello debía ser una burla de alguna forma, pensó; pero Riddle estaba completamente serio.

— Hubo un tiempo en el que fuimos amigos, Draco. No lo he olvidado por completo.

Fue la única explicación que dio antes de levantarse y se caminar lejos del chico, quien estaba seguro de que aquello solo podía ser mentira, Harry nunca lo engañaría; aun así, Draco sentía una presión extraña en el pecho, ¿y si ya no era suficiente para él? ¿Y si Harry ya no lo quería? ¿Y si se había cansado de él?

Esa noche no pudo dormir, pensando en qué tenía Longbotton que no tuviera él. Nada, absolutamente nada, se repetía. Pero entonces, ¿por qué no podía dejar el tema? ¿Por qué seguía pensando en ello?

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— ¿Y tus padres, Harry? ¿No han llegado?

Draco abrazaba a Harry por la cintura mientras examinaban el andén nueve y tres cuartos, buscando a sus padres, para ir a casa por navidad.

— Oh, no voy a casa. Voy a la casa de los Longbotton. Me invitaron hace una semana y acepté para continuar con los estudios de la poción.

El cuerpo del rubio se tensó por sí mismo al escuchar eso. Él había estado invitando a Harry a su casa desde hace dos meses, pero le había dicho que tenía compromisos. Fingió una sonrisa, un poco forzada.

— Que te vaya bien, cariño

Le dio un beso de la mejilla, se separó de él y, antes de que pudiera decir algo más, se apareció en Malfoy Manor. Dejó su baúl en la sala y subió a su dormitorio.

— ¡Maldito Potter! ¡Maldito Longbotton! ¡Maldita poción! ¡Maldita... nieve!

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Draco había entrado en otro nivel de depresión cuando la aparición de un elfo lo sacó de sus lúgubres pensamientos. No se había sobresaltado, porque estaba acostumbrado.

— Joven amo, el joven señor "amor de tu vida" solicita su presencia...

— ¿Quién?

— Me pidió expresamente que lo presentara así y se negó a darme un nombre más concreto

Draco sonrió pensando en Harry.

— Permítale la entrada y dígale que espere en el salón, bajaré en un momento.

Draco corrió al guardarropa, tomó un Jean muggle y una camisa, pero cuando tuvo esta en sus manos, simplemente la lanzó sobre la cama con una sonrisa. Su casa estaba ambientada, lo último que hacía ahí, era frío. 

Bajó las escaleras hacia el salón, pero a mitad de ellas se dio cuenta de que no era Harry quien estaba en el salón, lo que hizo que su sonrisa se hundiera, después sintió furia; hacia Harry por no ser él, hacia sí mismo por esperarlo, y hacia...

— ¡Riddle! ¿Qué haces en mi casa?

El aludido se volteó para ver a Draco y una sonrisa juguetona se dibujo en sus labios.

— Disfrutar de la vista.

Draco recordó que había decidido ignorar una prenda de vestir al creer que era Harry quien lo esperaba.

— Yo... no te esperaba... creía que era mi... mi madre

— De hecho, ella me mandó. Al parecer, los dejaste colgados en King Cross, me pidió que la ayudara a buscar y no pude decir que no, porque mis padres estaban conmigo.

— ¡Mierda! Lo olvidé. Tuve una pelea con Harry y me enfadé, no debí...

Draco había empezado a hablar muy rápido, pero se calló al recordar con quien estaba hablando.

— ¿Por qué pelearon?

— No es de tu incumbencia. Ni siquiera fue una pelea. Me enfadé, eso es todo; no se lo dije, solo me fui...

— Si no le dices cómo te sientes, ¿qué esperas? ¿Que adivine? ¿Que te haga legeremancia?

— Que deje de ser tan idiota... — Murmuró Draco

Tom rió.

— ¿Por sí solo? Imposible. Así son los hombres, Draco; tienes que ser claro, no puedes simplemente esperar que deje de hacer las cosas que no te gustan, porque sí.

— Puede que tengas razón... No quiero preocupar más a mis padres, ¿puedes decirles que estoy bien?

— ¿Qué crees que soy? ¿Tu elfo domestico? ¿Tu búho? Ve tú mismo

— Resulta que no estoy vestido apropiadamente

Tom chasqueó la lengua.

— Ve así, a los rezagados les encantará...

— ¡Exhibicionista! — Exclamó Draco fingiendo estar escandalizado — ¡Pueden haber de primero y segundo!

— Créeme, les fascinará ...

Draco rio.

— Es enserio. Tú no te lo crees, porque no es a ti a quien le andan silbando en los pasillos...

Draco solo rio más fuerte.

— ¡No te burles! ¡Es enserio! ¡Esos niños son unos depravados!  

— Sí, sí, como digas, Tom.

ᴄᴀʟᴅᴇʀᴏꜱ ᴀʀᴅɪᴇɴᴛᴇꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora