III. La discoteca

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Emily

Llegamos a Lavo Night-club a las diez y media de la noche. Aparcamos el coche lejos del estacionamiento ya que este se encuentra lleno.

Al parecer a estas horas ya es tarde para una fiesta ya que está lleno de gente. La música es tan alta que la puedo escuchar incluso antes de bajar del coche.

Diana y yo salimos del coche y nos dirigimos a la discoteca. Cuando llegamos a la puerta veo la inmensa cola que hay y me quedo parada. ¿Cómo puede caber tanta gente en un edificio que a lo mejor ya está lleno?

— Oye Diana, ¿no me digas que tenemos que hacer toda esta cola?

— ¿Qué?¿Estás loca? Sígueme.

Diana me arrastra hasta llegar delante del portero. Es un hombre grande, musculoso e intimidante. Sin detener sus pasos, Diana va a hablar directamente con él. Esta chica cada día me sorprende más, no parece intimidarle nada pese a su aspecto físico.

Al cabo de dos minutos me hace un gesto con la mano para que entre con ella.

— ¿Qué le has dicho?- pregunto curiosa.

— No te preocupes por eso — responde con una sonrisa triunfante, como siempre hace.

Este sitio es enorme. Hay luces de colores por todas partes y muchas mesas llenas de comida. La música está tan alta que me cuesta oír a Diana. Por un momento me imagino perdiéndome entre esta multitud y eso hace que me aferre a Diana.

Al subir por unas escaleras nos dirigimos a una enorme mesa redonda. A diferencia del piso de abajo, aquí la música no es tan alta ni mucho menos te deja sorda.

— ¡Ahí están! — me grita Diana.

— ¡¿Quién?! — respondo intentando ignorar el hecho de que no me siento cómoda en este sitio.

Alrededor de la mesa hay cuatro chicos. Los examino a todos con la mirada. Son todos chicos muy atractivos y van vestidos con camisetas blancas que marcan sus musculosos cuerpos. Al ver a Diana se levanta uno de ellos, sonriendo.

— Hola chicos, ella es Emily — me presenta mi querida amiga.

— Hola Emily, soy Zac, encantado — dice el chico ofreciéndome la mano. Es muy atractivo, tiene los dientes perfectos y su largo pelo rizado lo hace ver aún mejor. Estoy tan aturdida sumergida en mis pensamientos que no me doy cuenta de que Zac me había ofrecido su mano hace unos segundos hasta que Diana me da un golpecito en el hombro.

Al volver en mí y mirar a la cara a Zac, noto una falsa sonrisa mal disimulada en su cara.

— Ho-hola, igualmente. — Me siento muy avergonzada en este momento.

— Así que cumples diecisiete eh — Salta un chico rubio con un tatuaje en el brazo — Soy Jacob, yo también tengo la misma edad — Me extiende la mano con una gran sonrisa.

Mientras saludo al resto de chicos me doy cuenta de que hay un chico más. Éste lleva ropa negra y eso lo ha escondido entre la poca luz de la sala. Se ve completamente diferente al resto, tiene la mirada perdida y no parece importarle nuestra presencia.

Ya llevamos media hora riendo juntos. Este lugar no está tan mal y los amigos de Diana son muy divertidos. La mayoría de ellos son skaters o futbolistas y tienen entre diecisiete y diecinueve años.

— ¿Qué bebidas sueles tomar en las fiestas, Emily? — Me pregunta Nolan. Éste chico en especial me ha caído muy bien aunque es un poco más reservado que el resto. Tiene un piercing en el labio y otro en la nariz plateados.

— No suelo ir a fiestas, ¿qué hay para beber? — le respondí inocentemente. Inmediatamente noto una mirada penetrante. Ese chico misterioso de la esquina me estaba observando fijamente. No ha dicho ni una palabra desde que llegamos.

La oscura luz de la discoteca hace que se le vean los ojos negros y fríos, eso hace que me estremezca ante semejantes y penetrantes razgos.

— Oye ¿me estás escuchando? — Dice Nolan molesto, sacándome de mis pensamientos y yo asiento con la cabeza. — El Coctel Negroni es la mejor bebida que hay en este sitio. Chicos ¿qué os traigo para beber? A ti Emily te traeré una de esas — dice guiñándome un ojo.

No mucho después, Nolan vuelve con siete bebidas en la mano. Tomo mi vaso y le doy un trago. Cuando el líquido pasa a través de mi garganta me dan ganas de vomitar y hago el mayor esfuerzo de mi vida para tragarlo y no hacer el ridículo, teniendo en cuenta que Nolan se lo ha bebido de un trago.

— Oye Nolan, ¿esto lleva alcohol?

— Hombre, pues claro Emily, ¡este sitio tiene las mejores combinaciones de la zona! — salta Diana.

— Vaya Diana, ve más despacio que aún son las doce — se ríe Zac al ver que los efectos del alcohol están afectando al sistema de mi amiga.

— Cállate si no quieres que te dé la paliza de tu vida imbécil — y seguido se echan los dos a reír.

Parece que estos dos se llevan muy bien, pero Diana nunca me había hablado de ninguno de estos chicos. ¿Los habrá conocido en una fiesta recientemente?

Los chicos y Diana siguieron bebiendo por mucho rato y en este momento ya están todos diciendo tonterías. Los rizos de mi amiga se están deshaciendo de tanto saltar por todas partes.

Yo no me he levantado de la mesa en todo el rato y el chico de la camisa negra tampoco. De hecho, me siento incómoda con su presencia, aunque a él no parece importarle en lo más mínimo la mía.

— Si lo tuyo no son las fiestas ¿qué haces aquí? — Dice el chico misterioso de camisa negra sin mirarme. No se como tomarme ese comentario, suena muy borde y ni siquiera se ha presentado.

— No sabía que iba a venir aquí, Diana me ha arrastrado sin más, además, parece que tampoco son lo tuyo — le respondo fijándome en el vaso que sostiene débilmente — No te has movido de ahí en cuatro horas ni has bebido nada.

— ¿Me lo dices tú con tu vaso de Cóctel Negroni lleno? — hace una pequeña pausa y vuelve a hablar — Lo que haga o deje de hacer no es asunto tuyo, niña — dice sin mover la vista de la pista de baile.

Ofendida y orgullosa me levanto en busca de Diana porque no soporto más este sitio. Es la última vez que voy a pisar una discoteca. No le veo lo divertido a esto, tan solo son un montón de jóvenes gastando su salud bebiendo y fumando drogas, restregándose unos contra otros llenos de sudor.

Cuando me doy cuenta, estoy entre un montón de gente borracha. No encuentro a Diana en ningún sitio y me doy cuenta de que mi móvil lo tiene ella. Desesperada busco la salida, necesito tomar aire fresco.

Estoy agotada, me he levantado muy temprano y ya son las tres de la mañana. Quiero matar a Diana. Me ha arrastrado a este sitio que está a media hora en coche de su casa y encima desaparece. Lo único que se me ocurre es esperar en la entrada hasta que salga para volver a su casa.

Éste es desde luego el peor cumpleaños que he tenido en toda mi vida.

AMBIVALENCIA (TERMINADA) (en edición) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora