XXVI. Tal vez

20 1 0
                                    

Eiden

Hay veces que uno no se espera para nada lo que la vida le tiene preparado. Siempre he intentado tener las riendas de mi vida bajo control, haciendo lo que a mi me guste y plaza porque nadie podía detenerme. No tenía un punto débil, y si lo tenía nadie sabía cual era. Pero eso cambió, cambió el día en el que conocí a Emily, ella tenía algo especial que la hacía diferente a las demás y eso hizo que yo me enamorara de ella. Ella se convirtió en mi punto débil, punto que ahora todos podían ver. Harry Walsh no fue la excepción, él sabía que ella era lo más importante de mi vida, la única persona que tenía, la persona que hacía que mis ganas de cambiar aumentaran. Al fin encontré algo por lo que valía la pena luchar pero me lo arrebataron.

Cada vez me acercaba más al sitio de encuentro con Emily e intentaba con todas mis fuerzas contenerme y parecer lo más normal posible. Aparco la moto un poco lejos de donde hemos quedado y sigo el trayecto a pie.

Emily se encuentra parada de espaldas a mí, me acerco a ella hasta estar lo suficiente cerca y suspiro antes de hablar.

— Emily — digo con voz baja y esta se giró con una sonrisa.

— Eiden — me abraza pero al apartarse su sonrisa se desvanece. La preocupación se refleja en sus ojos y me agarra de la cara acercándose a mi.

— Cariño, ¿qué te pasa? — susurra. Siento que no valgo nada ahora mismo, es la primera vez que me dice cariño y la última. Le cojo las manos con suavidad y las aparto de mi cara.

— Tengo que decirte algo — le suelto y esta afirma con la cabeza esperando a que hable. De repente empieza a llover y alzamos los dos la cabeza hacia arriba ante este cambio repentino en el clima.

La lluvia cada vez se vuelve más fuerte, mojándonos cada vez más, haciendo que la ropa se pegue más a nuestros cuerpos temblorosos. Nos encontramos en medio de la carretera, solos, a estas horas ya no sale nadie, solo se encuentran nuestras almas desnudas, una frente a la otra.

Llevamos rato uno al frente del otro sin decir nada, no sabe porqué la llamé a estas horas pidiendo que nos encontremos sin ninguna explicación, pero yo sí lo sé y decirlo era la cosa más difícil que se me hacía en esta vida.

Emily

No soporto el largo silencio que lleva tiempo entre nosotros y decido romperlo.

— ¿Por qué me has llamado a estas horas? — pregunto — tengo que hablar con Diana y ya es tarde, sea lo que sea me lo puedes decir mañana ¿si?

Tengo miedo de lo que me vaya a decir, él nunca se ha comportado así, me mira fijamente en los ojos, su mirada es diferente, no expresa amor sino una mezcla entre vacío y frialdad cosa que hace que mi cuerpo se estremezca.

— ¿Por qué sigues en silencio? — mi voz se quiebra.

— Em, lo nuestro no tiene sentido — sostiene con una voz fría y distante, voz que con el tiempo que lo conozco nunca la he escuchado de esta manera

En ese instante me congelo, siento que mi corazón va a pararse, se me cae el mundo encima al escucharlo pronunciar esa simple y corta frase, haciendo que en mi pecho nazca un agudo dolor. Hace nada estábamos bien, disfrutamos de nuestra compañía y no queríamos separarnos, me niego a pensar que este es Eiden, el Eiden que conozco nunca diría esto.

— No siento lo mismo que antes, debemos dejar esto y que cada uno siga con su camino... — Al soltarme estas palabras sin ni siquiera una explicación ni mucho menos dejándome tiempo para hablar se dio media vuelta y se abrió paso entre la lluvia.

Caigo de rodillas al suelo.

Con un mar de lágrimas fluyendo por mis mejillas, y así vi como se alejaba mi primer amor y el único amor de mi vida, llevándose consigo mi alma y corazón.

— - ¡Emily! — escucho a Diana gritar desde lo lejos y no me muevo de mi sitio. — ¡Emily apártate! — vuelve a gritar y con la mirada perdida me giro a su dirección. No logro verla ni siquiera su silueta porque una luz me ciega a pocos metros, me levanto por instinto y antes de poder reaccionar todo se vuelve negro.

El mundo se ha desvanecido ante mis ojos, solo hay oscuridad, no hay dolor, no hay decepción, solo paz. A lo lejos escucho voces inteligibles ni siquiera me paro a escucharlas solo las dejo alejarse. A lo largo de la vida las personas solo tenemos un objetivo, ser felices. Esa es nuestra meta, nuestro deseo y sueño pero quién ha dicho que siempre sea así, que siempre la conseguiremos, ¿quién nos da la garantía de eso? Exactamente, nadie.

Vivimos dándolo todo por conseguir esa felicidad porqué hemos crecido con esa imagen, cada cuento que leíamos o película que veíamos terminaba de la misma forma " y vivieron felices para siempre" siento decepcionarte pero ese no es el caso, al menos no el mío.

AMBIVALENCIA (TERMINADA) (en edición) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora