XV. La finca

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Primera parte

Eiden

A veces pienso que me estoy metiendo en un juego infantil, un juego que ya sé su final y aun así estoy enredado en ello. Han pasado un par de días desde el último encuentro con la gruñona, encuentro que provocó una pelea entre los hermanos Walsh, es decir, entre Asher y yo.

Durante el trayecto de vuelta a casa ha estado dándome los típicos sermones, que no sé si son de hermano a hermano o de un pretendiente celoso. Típicas habladurías de que no me la merezco, que estoy a tiempo de alejarme de ella y que lo que supuestamente siento por ella no es de verdad. Conclusión que aún me pregunto de dónde la ha sacado, ya que si él tuviera los cojones de decirle lo que siente y ser claro con ella tal vez estarían juntos.

A veces me planteo si realmente mi hermano es tan inteligente como para dirigir una de las empresas de mi padre, siempre se deja guiar por los sentimientos y no sabe que estos lo destruirán.

Después de levantarme y salir a hacer ejercicio para despejar mi mente de pensamientos no deseados, pensamientos concretamente relacionados con una gruñona. Vuelvo a casa y en la puerta me encuentro al que se hace llamar padre, Harry Walsh. Lo evito olímpicamente dirigiéndome a la ducha para prepararme.

Más tarde nos encontraremos Emily y yo en el parque, para luego ir a una de las fincas de mi familia y allí hablar de las cosas que tenemos pendientes. Por primera vez en mi vida me paro a pensar en qué ponerme, hasta el día de hoy siempre me ha sido indiferente pero no se porque de repente sí me importa y me disgusta.

Así que antes de arrepentirme cojo lo primero que veo y me lo pongo, básicamente una camisa blanca con una chaqueta bomber verde y unos pantalones del mismo tono que esta. Antes de salir cojo un libro de mi biblioteca privada y me dirijo al sitio de encuentro.

Al llegar no me encuentro con Emily y no es porque llegue demasiado temprano es porque ella siempre llega tarde a cualquier sitio. Mientras la espero apoyado en un árbol saco un cigarro y justo cuando le doy una calada la veo viniendo.

Rara vez se hace se hace una coleta o se recoge el pelo pero hoy lleva una media coleta con ligeras ondas que le caen encima de los hombros. Lleva un vestido corto carmín que hace que sus grises ojos destaquen.

— Lo siento por tardar — se disculpa como una niña pequeña cuando se encuentra conmigo, cosa que me provoca en mí una sonrisa, sonrisa que camufló dándole otra calada al cigarro.

— Está en tu naturaleza — digo mientras paso por su lado — Vamos gruñona — la llamo cuando está a mis espaldas.

— ¡Que no me llames así! — se queja como siempre sin darse cuenta de que, como más se queja màs me gusta llamarla así.

Tiro el cigarro al suelo y lo piso antes de subirme al coche. Poco después ella abre la puerta y se sienta de copiloto.

— ¿A dónde vamos? — pregunta con curiosidad.

— A un sitio que te gustará. — digo con seguridad.

— ¿Y eso cómo lo sabes? — me pregunta frunciendo el ceño mientras termina de abrocharse el cinturón. En respuesta solo me encojo de hombros y arranco el coche.

Antes de ni siquiera empezar el trayecto, Emily abre Spotify en el carplay y se pone a buscar una canción.

Let me hate you.

Leo el título pero no le presto atención, ella sube el volumen al máximo y empieza a cantarla a todo pulmón.

Baja la ventana para luego sacar la cabeza pero inmediatamente le agarro de la muñeca y la meto dentro del coche. Me mira con una cara confundida pero antes de que pregunte pulso el botón para desplegar el techo y veo como se sorprende y a su vez sonríe con los ojos iluminados.

AMBIVALENCIA (TERMINADA) (en edición) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora