XVII. Yin & Yang

78 5 0
                                    

Narrador omnisciente.

Es irónico pensar que cuando uno duerme busca tranquilidad, tal vez paz, pero uno nunca se plantea que puede que sea su última noche. Al menos si esta es su última noche no les importara, por el simple hecho de estar juntos. Los dos se han encontrado, encajan como dos piezas de puzle, sin importar las diferencias.

Sus latidos están sincronizados al igual que sus respiraciones, ella durmiendo a su lado con la cabeza en su pecho y él apoyado en ella. Los dos desean que este momento sea eterno, en donde nada ni nadie les importe, solo ellos en su propio mundo.

Amanece y los rayos de sol esta vez no iluminan la casa, la lluvia aún sigue. Eiden es el primero en levantarse, no se mueve, en el fondo quiere disfrutar del momento al lado de ella porque sabe que cuando se levante la distancia aparecerá nuevamente entre ellos. Lentamente coloca una mano en su frente para comprobar su temperatura y al asegurarse de que está bien, suelta el aire que llevaba conteniendo inconscientemente.

Mientras le acaricia el pelo, se sumerge en sus pensamientos, en sus miedos. Es difícil pensar que un chico como él pueda tenerlos, pero durante su vida ha experimentado cosas que le han marcado. Él sabe que Emily es diferente, pero él no lo es o sigue siendo el mismo. Tiene miedo de que ahora sea él quien rompa su corazón, tal como le habían hecho en el pasado.

En esos tiempos estaba cegado, y quien no lo está cuando piensa estar enamorado de alguien. Pensaba que Kate realmente era el amor de su vida pero dejó de serlo en el momento en que la vió con su padre. Esa imagen nunca se borrara de la mente de Eiden al igual que la repugnancia que siente hacia ellos. Se dio cuenta de quiénes eran realmente, Kate, una de esas chicas que lo único que busca es aprovecharse de los otros y obtener beneficio de ello, en cambio su padre Harry, era igual que la mayoría de los ricos a su edad, viejos que les sobra el dinero y van gastandolo en chicas jóvenes, aun teniendo a alguien que los quiera de verdad.

También pensaba en Emily, la chica que apareció en su vida y le rompió todos los esquemas. Al principio era alguien al que le gustaba vacilar, es más, se tenían un odio raro pero llegó un momento en que lo único que quería era estar a su lado y cuidar de ella. Sentía que los dos estaban rotos y necesitaban curarse, curarse juntos.

Después de un rato, Emily se levanta pero al igual que él no se mueve, los dos están despiertos e inmóviles. Emily empieza a sumergirse en los recuerdos al igual que él. Antes de conocerle era como todas las chicas, estaba sumergida en su mundo de lectura y con un doloroso recuerdo constante de la pérdida de su padre. Pero cuando apareció él, hizo que dejara de pensar tanto en su padre, de sumergirse en cuentos e historias que hasta entonces pensaba que nunca le sucederían. Llegó para distraerla, hacerle reír y a su vez enfadarla, vivir junto a ella experiencias nuevas y aunque no se lo esperaba de él, cuidar de ella y abrirse a ella, como había hecho el día anterior.

Ella sube la cabeza para verlo mejor y lo encuentra con los ojos cerrados, lo ve tan vulnerable y tan inocente que sin querer esboza una sonrisa.

— ¿Quieres una foto? — Eiden abre de repente los ojos haciendo que Emily se ponga nerviosa y se levante rápido.

— Voy a preparar el desayuno — dice aclarándose la garganta y corriendo hacia la cocina. Eiden sonríe ya que pocas veces la ve nerviosa con su presencia.

— Debes seguir descansando — le dice mientras dobla la manta.

— Estoy perfectamente — contesta Emily mientras saca todo tipo de ingredientes de la nevera — Desayunamos y nos vamos.

— No creo que sea posible — dice Eiden acercándose a ella.

— ¿Por qué?

— Sigue lloviendo y seguramente la carretera esté cortada para evitar accidentes.

AMBIVALENCIA (TERMINADA) (en edición) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora