↳ ੈ‧₊ CAPÍTULO 5

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Y elementalmente, como Kokichi había predicho, después de su conversación con Maki, cada día era una nueva y emocionante aventura.

Cada mañana se levantaba a desayunar, y una vez estaba con el estómago feliz, se dirigía a hablarle a cualquiera de los chicos que estuviera por ahí para pedirle sinceras disculpas por lo que había hecho. Sonaba sencillo, pero la verdad es que no lo era para nada.

Las primeras veces había sido humillante y hasta bochornoso, pero no tardó en acostumbrarse a la cálida sensación del perdón de otros. Después de todo, no todos los jóvenes le tenían tanto rencor como Harukawa, así que hablar con muchos de ellos fue relajante, tanto así que a diario sentía sus preocupaciones disiparse un poco más.

Los estudiantes definitivos eran tan amigables que ni uno solo se negó a las disculpas de Kokichi, cada uno de ellos pareció comprender su situación y muy agradablemente confiaron en su palabra a pesar de que no era usual que lo hicieran, ya que era inmoral desconfiar de alguien herido.

El petite sabía que los otros aún lo consideraban un poco molesto, pues no a muchas personas les agradan las personalidades infantiles y curiosas, más no importaba eso. Lamentablemente era quien era, al menos estaba intentando dejar de mentir para remediar el hecho de que no podía mantener sus opiniones dentro de él.

Su humor tambien había mejorado bastante y sus noches de sueño se volvieron mucho más largas hasta el punto en el que el insomnio no solía ya ser un problema tan grande como lo era antes. Por primera vez en su vida dentro de dicho hospital se sentía feliz y tranquilo. Sus sesiones de terapia tambien estaban progresando de forma exponencial, de manera distinta a las de hace solo unas semanas.

Era extraño explicarlo, porque cierta parte de él estaba temeroso y enojado por lo que había hecho. Le era tan desconocida la calidez de la felicidad y la compasión que se volvió adicto a aquella dichosa emoción al instante.

Cada día se armaba de una nueva amistad, así que pronto se sintió lo suficientemente cómodo para hablar en voz alta en el comedor por las mañanas, haciendo bromas ligeras y generalmente dándole una chispa de regocijo al cuarto con su increíble energía.

Aún se le dificultaba moverse por los pasillos, aún tenía que atiborrar su pequeño cuerpo con medicamento para curar sus males, aún se le limitaba mucho a donde podía salir o que podía hacer, pero eso no podía molestarle a Ouma. Ouma estaba feliz, radiando de una dicha que era insuperable.

Aquella fresca mañana de primavera, el joven delgado había estado mirando por afuera de la ventana de su habitación, apreciando el bello panorama de la ciudad que se le mostraba frente a sus ojos.

Habían sido un par de días en los que había terminado de dar sus más sinceras palabras a sus compañías, por lo cual había hecho las paces con todos. O al menos, con casi todos. No quería pensar siquiera en la persona con la que no había interactuado, así que sencillamente no lo hizo. Todo su buen humor le evitaba ahora pensar en él.

No había planes particulares para esa tarde, al menos no estaba planeado tenerlos. Quizá terminaría por ir al cuarto de Shinguji para escuchar historias de fantasmas y folklor, algo que nunca supo sería tan interesante, junto a la maga definitiva. Tal vez iría a husmear en las cosas de Miu para conversar un poco con ella como lo hacían en los viejos tiempos. O tambien estaba la posibilidad de que Yonaga lo quisiese esculpir como lo había hecho hace un rato.

Las ideas iban y venían, actividades recreativas que hacer con alguno de sus nuevos amigos. No se le permitía salir de las instalaciones del hospital en ningún momento, pero no era primordial escapar de aquel cuando tenías a tanta gente para divertirte a diario.

↳ 💉₊˚. ··· Healing Takes Time »-Postgame Saiouma-«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora