↳ 💉₊˚. ··· Healing Takes Time »-Postgame Saiouma-«

↳ ੈ‧₊ CAPÍTULO 13

Con su nueva y sorprendente mentalidad, Saihara decide finalmente abrir la puerta frente a él, obligándose a sí mismo a dejar toda duda existente de lado. No podía dudar ahora, mucho menos cuando cualquier palabra errónea podría arruinar todo su esfuerzo mental.

Su corazón retumbaba en su pecho con fuerza, algo de lo que el detective ni siquiera se dio cuenta hasta que su mano se encontró dándole vuelta al pomo. Era una melodía rítmica que denotaba los nervios adquiridos recientemente.

Todo era gracias a los sentimientos que había descubierto hace solo minutos. Nunca se hubiese dejado llegar a una conclusión así de rápido, sin argumentos que lo convencieran, ni lógica que lo guiara. Pero las emociones eran así. No tenían sentido nunca, pero eran inevitables y de suma importancia para el ser humano.

Aquel que no escuchaba a su corazón u obedecía a sus sentimientos estaba destinado a vivir una vida robotizada y sin propósito. Un destino miserable, si le preguntaban.

Por esta razón se iba a dejar llevar solo por lo que sentía en vez de lo que pensaba, rompiendo totalmente todos sus principios como detective privado. Aunque sus experiencias pasadas también le habían enseñado que mezclar cerebro y corazón era necesario en algunos casos.

Antes de que pudiera seguir vagando en pensamiento, cesó toda aquella idea sobre su reciente elección y se permitió abrir la puerta de la alcoba completamente hasta el punto en el que toda la escena fue desenvuelta frente a sus dos ojos, los cuales se encontraban fijados nerviosamente sobre el suelo.

Un calor vacilaba dentro de su pecho, haciendo que pronto, un leve sonroso se elevara hacia su rostro. Estaba algo nervioso ya que no había tenido mucho tiempo para reflexionar sobre sus pensamientos, pero si esas eran sus reacciones, entonces no había duda de lo que sentía en verdad, era claro de ver y difícil de negar.

—¿Kokichi? Buenas noches, vine a- —soltó Saihara, no sintiéndose capaz de despegar sus ojos del blanco piso. No solía ser así de ansioso frente al pelimorado, pero ahora le era inevitable debido a la naturaleza de su reunión. Aunque, se cortó a sí mismo a la mitad de la oración, pues algo no se sentía correcto según su intuición—. ¿Kokichi? —Preguntó en un intento de que el mencionado le respondiese a su llamado. Era extraño, pero ahora no podía evitar sentir como que algo no estaba bien.

Su mirada se deslizó por toda la habitación, dejando de lado su nerviosismo para despegar esta del suelo. Como sus sentidos le decían, no parecía haber nadie a primera vista dentro de aquel reducido espacio.

El cuarto no era grande del todo y no había muchos muebles dentro, pero definitivamente había algunos lados donde un cuerpo tan pequeño como el del líder supremo podía esconderse.

—No es gracioso, Kokichi, por favor sal tenemos que hablar —indicó el muchacho de los oscuros mechones, revisando con su mirada una vez más toda la escena, fallando rotundamente en encontrar señales de vida.

Suspiró, manteniendo en todo caso su compostura como un profesional. No permitiría a su ansiedad ganar esta vez, solo debía respirar y seguir buscando, el chico debía estar por ahí.

Después de todo, siempre existían las probabilidades de que quizá salió a dar un breve paseo por los pasillos, a buscar un vaso de agua, o tal vez simplemente se retiró al sanitario. No era característico de él alarmarse por situaciones tan abiertas y obvias como esas, enserio que los datos recientemente descubiertos sobre su enamoramiento leve lo estaban despistando un poco de su línea regular de pensamiento.

Así que, con una mente fresca y relajada a medias, el detective definitivo procedió a revisar cada espacio que pudo dentro de aquellas cuatro paredes, incluso lugares donde sería físicamente imposible que Ouma se ocultara. No podía dejar ni una piedra sin voltear.