↳ ੈ‧₊ CAPÍTULO 7

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El minuto en el que Kokichi despertó, supo que el día entero iba a ser un total desastre.

Sería el primer día de diez en el que Shuichi vendría a su habitación a pasar un tiempo con él, pues aparentemente el detective estaba interesado en hacer las paces. Le daba pena admitirlo, pero era algo que también quería, poder hablar con su adorado Shumai una vez más sin toda la incomodidad en el ambiente haciéndole sentir que lo había arruinado todo.

Por obvias razones se tendría que hacer ver menos interesado en la situación de lo que lo estaba. De no ser así, el otro probablemente pensaría que estaba desesperado, cosa que no era así del todo. Era cierto que el petite estaba intrigado por lo que ocurriría, pero eso no descartaba el hecho de que se encontraba aún enojado y decepcionado.

Si Saihara quería recuperar su amistad, entonces iba a tener que trabajar por ello, no iba a justificar nada de lo que hizo con pocas palabras. Después de todo, sus sentimientos de amor por el opuesto estaban aún muy bien escondidos, opacados por terrible amargura.

Fue a la mitad de sus pensamientos que estos fueron irrumpidos por el sonido de su puerta abriéndose con suavidad, alertándole la llegada de lo que muy probablemente era el chico de los largos cabellos azulados.

No estaba esperando mucho de su visita. Mejor dicho, realmente ni siquiera había pensado que Shuichi se atrevería a verlo a la cara después de todo lo del día anterior, así que al menos se había llevado una sorpresa gracias a que el otro joven si se había presentado a su recámara.

Así que, con morados ojos expectantes, se dedicó a admirar con paciencia la puerta de la alcoba, la cual parecía presentar dificultades para el alto chico que intentaba abrirla. A Kokichi le pareció esto muy extraño, pues suponía que el de dorados orbes, al ser uno de los supervivientes, no debía de tener ninguna discapacidad física obstruyéndole su movilidad.

Fue tomado desapercibido por el hecho de que el joven que intentaba hacer su camino dentro del cuarto llevaba algo cargando, cosa que vio una vez la puerta estaba lo suficientemente abierta para observar lo que había del otro lado. Su naturaleza curiosa inmediatamente hizo efecto, sus ojos brillando de manera infantil por saber que objeto traía aquel que le haría compañía por el resto de la tarde.

De la misma forma en la que aquel destello apareció, este desapareció. Sería embarazoso si Shuichi notaba lo emocionado que estaba.

—Buenos días, Kokichi —saludó tranquilo, terminando de abrir la puerta con el pie ya que entre sus manos llevaba una bandeja. Sobre esta había un par de platos, tazones, tazas, y cubiertos—. ¿Desayunaste? Avisé a Kirumi que lo traería aquí —explicó, adentrándose un poco más y entregándole la bandeja al otro, dándole a entender que era eso lo que comería esa mañana.

Era un gesto lindo, el de traerle el desayuno a alguien herido, a pesar de que el líder supremo estaba casi recuperado de sus males. Esperaba que no creyera que era muy cursi, pues lo único que quería era verse educado.

Se estaba esforzando enserio, nunca antes había tenido que poner tantas cosas sobre la mesa para obtener la amistad o el respeto de alguien. Mejor dicho, nunca había sido tan servicial por alguien solo con el fin de ganarse interacción básica.

Aunque estaba obligándose a sí mismo a hacerlo, pues la idea del pelimorado detestándolo por el resto de la vida le traía un sabor amargo a la boca. Ciertamente su imagen de Ouma no era la mejor y hacer este tipo de cosas estaba fuera de su personaje, pero una extraña fuerza lo impulsaba a seguir.

Se tuvo que olvidar de la embarazosa escena del día anterior solo para encontrar el coraje de mostrarle la cara de nuevo, e incluso eso le había tomado demasiada determinación de hacer. Su mente estaba limpia ahora, lo único que esperaba no hacer era actuar demasiado amigable, de hacer eso quizá terminaría arruinándolo.

↳ 💉₊˚. ··· Healing Takes Time »-Postgame Saiouma-«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora