CAPÍTULO 25

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El sábado por la tarde decido salir de nuevo con mis amigos. Nos tomamos unas copas en un bar tranquilo, cenamos en una pizzería y, después de la cena, nos vamos a tomar algo a itaewon. Miro a mi alrededor en busca del espía que taehyung
con seguridad ha mandado tras de mí. Como es lógico, no veo nada. Sólo gente divirtiéndose como yo.
Cuando llevo una hora allí, aparece Yugyeom. Lo miro sorprendido y él me sonríe.

—¿Qué haces aquí?

—Busan sin ti es muy aburrido.
Extrañado por aquella aparición, vuelvo a mirarlo.

—Yugyeom… te estás equivocando conmigo.
Nunca te he mentido y…
Pone un dedo en mi boca para hacerme callar.

—Lo sé, pero no puedo evitarlo. Vamos… ven a mi hotel. Tenemos que hablar.

Me despido de mis amigos y les prometo que regresaré pronto. Sé que lo haré y a lo que voy. La conversación que voy a tener con Yugyeom va a ser corta y, seguramente, no muy agradable.
Cuando llegamos al hotel, la tensión se puede palpar en el ambiente. Me niego a subir a su habitación. Vamos a la cafetería y pedimos algo de beber. Hablamos durante una hora , discutimos, dejamos claros nuestros sentimientos. Y, cuando
por fin parece todo aclarado y me voy a marchar, me agarra por el brazo y acerca su frente a la mía.

—Dame una oportunidad, por favor. Tú mismo acabas de decir que no sabes si quieres algo más. Déjame demostrarte de una vez por todas lo que soy capaz de darte. Eres precioso, me gustas, me enloquece tu ímpetu al hacer las cosas y quiero que sepas que por ti soy capaz de cualquier cosa.

Necesito mimos y sus palabras son, en ese momento, un bálsamo para mis heridas. No puedo dejar de pensar en mi maldito jefe. Cierro los ojos y la mirada posesiva e intrigante de kim taehyung aparece y, sin saber por qué, beso a Yugyeom. Lo beso con tal erotismo y necesidad que hasta yo mismo me sorprendo.
Sin mediar palabra, Yugyeom me arrastra hasta el ascensor. Sé lo que quiere. Sé dónde me lleva y yo le dejo. Subimos a su habitación y entramos sin mediar palabra. Durante unos minutos, nos besamos mientras dejo que recorra mi cuerpo con sus manos. Pero me siento un traidor, no puedo evitar pensar en Tae.
Cuando siento que me quita el pantalón suspiro y, sorprendiéndolo, le agarro una mano y le incito a que me toque.
Yugyeom, excitado por mi efusividad, me tumba en la cama, se pone sobre mí y me restriega su erección aún guardada bajo su vaquero. Es cauteloso. Siempre lo ha sido. Su manera de hacer el amor no tiene nada que ver con la de Taehyung.
Yugyeom, en el plano sexual, es pausado y delicado. Tae es posesivo y rudo.

Dos hombres distintos para mí, con dos formas diferentes de hacer el amor.
Mi corazón bombea con fuerza. Pienso en el Señor kim y eso me excita. Estoy seguro de
que si viera lo que hago se excitaría tanto o más que yo. Su juego se ha convertido en el mío. En ese momento, aunque es Yugyeom quien me toca, es Tae quien me posee.

Saco mi móvil y, con disimulo, hago un par de fotos mientras me besa.
Enloquecido por la entrega que ve en mí, me quita los bóxers y veo su sorpresa cuando me ve con las piernas abiertas para él. Sin demora, planta su boca en mi pene e, instantes después, mi jadeo envuelve la habitación mientras dejo que me
coma, que me chupe, que me penetre con sus dedos.
Tengo los ojos cerrados y siento la mirada de Tae. Sus ojos ardientes me reprochan mi actitud, pero al mismo tiempo veo el deseo en su mirada. No quiero abrir los ojos. No quiero ver a Yugyeom. Sólo quiero seguir con los ojos cerrados y que Taehyung vuele sobre mí.

De pronto, Yugyeom para y abro los ojos. Se ha abierto el vaquero y se está
poniendo un preservativo.
—¿Estás seguro? —me pregunta, al subir de nuevo a la cama.

Contesto que sí con la cabeza. No puedo hablar.
Él sonríe pero no dice nada. Instantes después, con delicadeza, comienza a entrar en mi interior. Un poco… otro poco… otro poco más, pero la impaciencia me puede y soy yo quien va en su busca. Incorporo las caderas y me ensarto en él, deseoso de que descargue toda su potencia sexual en mí. Aquel ataque lo pilla por
sorpresa. Lo oigo resoplar, me agarra por las caderas y comienza a bombear su pene una y otra vez dentro y fuera de mí. Me gusta. Sí… sigue… sigue… pero necesito más. Mi entrada se abre pare recibirlo pero aquel pene no es el que yo anhelo. Mis músculos se contraen, a la espera de más profundidad, más posesión,
pero Yugyeom, tras varios envites más, se corre y cae sobre mí.
Cierro los ojos y siento ganas de llorar. Deseo a Taehyung. Deseo que sea él quien me tome y me haga vibrar. Lo que hacía un mes antes con Yugyeom o cualquier otro era una maravilla; ahora, tras él, se ha vuelto soso y aburrido. Yo necesito más y sólo Tae sabe dármelo.

Siento la cabeza de Yugy en mi cuello. Lo oigo respirar por el esfuerzo.
Cuando se separa de mí me pregunta si todo va bien. Yo le miento y asiento. No quiero herirlo.
Me ayuda a levantarme y voy al baño. Cierro la puerta y me echo agua en la cara, me miro al espejo y susurro al pensar en Taehyung :
—¿Qué me has hecho, idiota?

Una vez me he refrescado, salgo y me encuentro a Yugyeom sentado en una silla.
Nos miramos.
—Me voy.

Su cara se contrae.
—No, kookie… no te vayas.

Consciente de que me estoy comportando como una mala persona, como una cabron, de que soy lo peor de lo peor, me acerco a él y le doy un beso en los labios.
—Por favor, Yugyeom, continúa con tu vida y déjame a mí continuar con la mía. Nos vemos en Busan

Dicho esto, me doy la vuelta y me marcho. Cuando cierro la puerta tras de mí cierro los ojos y suspiro. Qué mal me siento. Me encamino hacia el ascensor y, cuando salgo a la calle, llamo a una amiga. Me dice en qué local están y me encamino hacia allí. Necesito emborracharme y olvidar lo que acabo de hacer.

Mi Jefe El Sr. kim       (TAEKOOK) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora