CAPÍTULO 19

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El fin de semana pasa y el lunes tomamos un avión que nos lleva a los límites del país.
La actitud de Amanda hacia mí no parece haber cambiado. Está cortante y más distante, algo que con Taehyung no sucede. Me molesta cómo intenta que no me preste atención. Pero el tiro le sale por la culata en todo momento. Tae, en sus funciones
de jefe, me busca continuamente y eso a Amanda la saca de sus casillas. Las
reuniones se no paran.

Taehyung y yo durante el día trabajamos codo con codo como jefe y secretario y por la noche jugamos y disfrutamos. Él lleva el morbo como algo innato y cada vez que
estamos solos me vuelve loca con lo que me hace fantasear y con su manera de tocarme y poseerme. Le encanta mirarme mientras me masturbo con el vibrador
que él me regaló, capricho que yo le concedo gustoso. Es tal la lujuria que me hace sentir que deseo volver a repetir lo de ir a un bar de intercambio de parejas y vivir
lo que me hizo vivir. Cuando se lo confieso, ríe a carcajadas y, cuando me penetra, fantasea con que otra persona me posea mientras él mira, cosa que me vuelve loco.

El miércoles, cuando llegamos a las oficinas de otro distrito de Corea, vamos directos a la reunión. Por el camino, tae habla con una tal Jennie por teléfono y se cabrea. El día se tuerce y termina discutiendo por la falta de profesionalidad del jefe de la delegación. No tiene preparado nada de lo que necesita y taehyung se lo toma muy mal. Intento mediar
para que el ambiente se relaje, pero al final salgo regañado y tae, mi jefe, me pide de malos modos que me calle.

En el viaje de vuelta, el humor de el es siniestro. Amanda me mira con gesto
de superioridad y yo estoy que muerdo. Cuando llegamos al hotel, Tae le pide a Amanda que baje del coche y nos deje unos minutos a solas. Ella lo hace y, cuando cierra la puerta, el me mira con un gesto que me hace trizas.

—Que sea la última vez que hablas en una reunión sin que yo te lo pida.

Entiendo su enfado. Tiene razón y, aunque me moleste su regañina, le quiero pedir disculpas, pero me interrumpe:
—Al final va a tener razón Amanda. Tu presencia no es necesaria.

El hecho de que mencione a esa mujer y de saber que le habla de mí me encoleriza.
—A mí lo que te diga esa imbécil me importa un pimiento.

—Pero quizá a mí no —gruñe.
Se toca la cabeza y los ojos. No tiene buena cara. Suena su teléfono. Tae lo mira y corta la llamada. Y, en un intento de suavizar el momento, murmuro:
—Tienes mala cara, ¿te duele la cabeza?

Sin contestar a mi pregunta, me clava su dura mirada.
—Buenas noches, Jungkook. Hasta mañana.

Lo miro, sorprendido. ¿Me está echando? Con la dignidad que me queda, abro la puerta del coche y salgo. Amanda espera a escasos metros y prefiero no mirarla cuando paso junto a ella o la arrastraré de
los pelos. Me voy directo a mi habitación.
A la mañana siguiente, jueves, cuando el despertador suena a las siete y veinte protesto. Quiero dormir más.
Entre gruñidos, me levanto de la cama y camino hacia la ducha. Necesito el
frescor del agua en mi cuerpo para despertarme.
Bajo el agua, recuerdo que es jueves y eso me alegra. Taehyung y yo pronto tendremos el fin de semana para estar juntos. ¡Bien!
Cuando regreso al dormitorio envuelto en una esponjosa toalla color hueso que huele de maravilla, miro mi mesilla.
—¡Maquinote! Lo que disfruté contigo anoche.
Me río divertido.
Sobre unos pañuelos de papel, está el vibrador con forma de pintalabios que utilicé anoche para relajarme. El regalito de Tae. Lo cojo entre mis manos y suspiro mientras recuerdo la explosión de placer que sentí cuando jugaba con él.
Feliz de buena mañana, cojo el vibrador y regreso al baño. Lo lavo y finalmente lo meto en mi portafolio. Ya no se me olvida. El maquinote y yo, juntos hasta la muerte.

Abro la maleta y saco unos bóxers. Me lo pongo y pienso que tengo que pedirle a Tae el que me quitó o me quedaré sin suministros. Mi enfado ha desaparecido.
Estoy seguro de que el de él también y que tendremos un maravilloso día por
delante.
Miro el armario y me pongo un traje azulón con una camisa abierta. Hoy quiero estar sexy para que desee regresar pronto al hotel.
A las ocho, alguien llama a la puerta de mi habitación y, dos segundos después, una camarera muy amable deja un bonito carrito con el desayuno y se marcha.
Cuando levanto las tapas salto de felicidad al ver la cantidad de bollos que tengo ante mí. Cojo una silla y me siento. Bebo un poco de zumo de naranja. ¡Hummm, qué rico! Me preparo un café y disfruto con un minipepito. Luego una napolitana y
cuando voy a atacar un donut, me paro y consigo vencer la tentación. Demasiados bollos.
El móvil suena. He recibido un mensaje. Taehyung .

Mi Jefe El Sr. kim       (TAEKOOK) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora