CAPÍTULO 8

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¿Qué me pongo?
Al final, me calzo unos pantalones entubados y una camiseta de Guns N' Roses, Me pongo unas botas negras. y a la una suena el telefonillo. ¡Qué puntual! Convencido de que es él, no contesto. Que vuelva a llamar. Diez segundos después lo hace. Sonrío. Descuelgo el telefonillo y pregunto distraído:

—¿Sí?

—Baja. Te espero.

¡Pero! Ni buenos días, ni nada.
¡Don Mandón ha regresado!
Tras besar a gigi en la cabeza, salgo de mi casa deseoso de que mi aspecto r
Rock star  no le guste nada de nada y decido a no salir conmigo.
Pero me quedo a cuadros cuando llego a la calle y lo veo vestido con unos vaqueros y una camiseta negra junto a un impresionante Ferrari rojo que me deja estupefacto. ¡Si lo pilla mi padre!
La sonrisa vuelve a mi boca. ¡Me encanta!

—¿Es tuyo? —pregunto, acercándome hasta él.

Se encoge de hombros y no contesta.
Asumo que es alquilado y me enamoro a primera vista de aquella impresionante
máquina. Lo acaricio con mimo mientras siento que él me mira.

—¿Me dejas conducirlo? —le pregunto.

—No.

—Venga, Por favor —insisto—. No seas aguafiestas y déjame. Mi padre
tiene un taller y te aseguro que sé hacerlo.

Taehyung me mira. Yo lo miro también.
Él resopla y yo sonrío, Finalmente niega con la cabeza.

—Enséñame Seúl y, si te portas bien, quizá luego te permita conducirlo. —
Eso me emociona y prosigue—: Yo conduciré y tú me dirás dónde ir. Así que, ¿dónde vamos?

Me quedo pensando un rato, pero en seguida le contesto:

—¿Qué te parece si vamos a Gyeongbokgung el palacio Real, ¿lo conoces?

No responde, así que le doy unas indicaciones y nos sumergimos en el tráfico.
Mientras él conduce, disfruto del hecho de ir en un Ferrari. ¡Qué pasada! Subo la música de la radio. Me encanta esa canción de Juanes. Él la baja. Vuelvo a subirla.
Él vuelve a bajarla.

—Déjame, ¡que no escucho la canción!

—protesto.

—¿Estás sordo?

—No… no estoy sordo, pero un poquito de música dentro de un coche no viene mal.

—¿Y también tienes que cantar?

Esa pregunta me pilla tan de sorpresa que respondo:
—¿Qué pasa? ¿que tú no cantas nunca?

—No.

—¿Por qué?

Tuerce el gesto mientras lo piensa… lo piensa… y lo piensa.
—Sinceramente, no lo sé —contesta, finalmente.

Sorprendido por aquello, lo miro y añado:
—Pues la música es algo maravilloso en la vida. Mi madre siempre decía que la música amansa las fieras y que las letras de muchas canciones pueden ser tan significativas para el ser humano que incluso nos pueden ayudar a aclarar muchos sentimientos.

—Hablas de tu madre en pasado. ¿Por qué?

—Murió de cáncer hace unos años.
Taehyung toca mi mano.
—Lo siento, kook —murmura.

Le hago un gesto de comprensión con la cabeza, y, sin querer dejar de hablar de mi madre, añado:
—A ella le encantaba cantar y a mí me pasa igual.

—¿Y no te da vergüenza cantar delante de mí?

—No, ¿por qué? —respondo, encogiéndome de hombros.

Mi Jefe El Sr. kim       (TAEKOOK) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora