CAPÍTULO 9

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Tras salir del restaurante, Tae vuelve a agarrarne de la mano con un gesto posesivo, y yo me dejo llevar. Cada vez me gustan más las sensaciones que me provoca, a pesar de que estoy algo desconcertado por su proposición.

Una parte de mí quiere rechazarla, pero otra parte quiere aceptarla. Me gusta taehyung . Me gustan sus besos. Me gusta cómo me toca y sus juegos. Caminamos en busca de la sombra por los jardines del Palacio Real mientras hablamos de mil cosas, aunque de ninguna en profundidad.

—¿Te apetece venir a mi hotel? —me pregunta de repente.

—¿Ahora?

Me mira. Recorre mi cuerpo con lujuria y susurra con voz ronca:
—Sí. Ahora. Estoy alojado en el hotel signiel seoul.

El estómago se me contrae. Ir a una habitación con Taehyung hacer ¡lo que se hace!
Sexo… sexo… y sexo. Y, tras mirarlo unos segundos, le digo que sí con la cabeza, convencido de que es eso lo que quiero con él. Sexo.

Caminamos de la mano hasta el parking.
—¿Me dejarás conducir?

Me mira con sus inquietantes ojos azules y acerca su boca a mi oído.
—¿Has sido bueno?

—Buenísimo.

—¿Y vas a volver a cantar?

—Con toda seguridad.

Lo oigo reír, pero no contesta. Cuando llegamos al parking y paga el ticket,vuelve a mirarme y me entrega las llaves.
—Tus deseos son órdenes para mí, pequeño.

Emocionado, doy un salto que lo hace sonreír. Me pongo de puntillas y lo beso en los labios. Este vez soy yo quien le agarra de la mano y tira de él en busca del Ferrari.

—¡Uooooooooo! —grito, emocionado.
Tae se sube y se pone el cinturón.

—Bien, kook—me dice—. Todo tuyo.

Dicho y hecho. Arranco el motor y pongo la radio. En seguida, la música de Maroon 5 llena el interior del vehículo y, antes de que él toque el volumen, lo miro y murmuro:

—Ni se te ocurra bajarlo.

Pone los ojos en blanco, pero sonríe. Está de buen humor. Salimos del parking y me siento como si fuera una guerrera amazónica con aquel impresionante coche entre mis manos. Sé dónde está el hotel signiel seoul.
Tae no habla, simplemente me observa y aguanta estoicamente el volumen de la radio y mis cánticos.

—¿Contento por el paseo?

—Mucho —respondo, emocionado por haber conducido semejante coche.

Sus manos me cosquillean las piernas y noto que se paran sobre encima de mi miembro. Hace circulitos sobre él y me humedezco al instante.

Escandalizado, quiero cerrar las piernas.
—Espero que dentro de media hora estés todavía más contento —me dice.

Eso me hace reír mientras noto sus manos juguetonas apretando mi sexo a través del pantalón. Eso me pone más y más, y, cuando llegamos a la entrada de signiel seoul nos bajamos del coche, me agarra de la mano, me quita las llaves y se las entrega al portero. Después tira de mí hasta llegar a los ascensores. Una vez en su interior, el ascensorista no necesita preguntarnos nada, sabe perfectamente dónde nos tiene que llevar.

Al llegar a la última planta, se abren las puertas del ascensor y
leo: «Suite Royal».
Al entrar, respiro el lujo y el glamur en estado puro.

Muebles color café, jardín japonés… Entonces me doy cuenta de que hay dos puertas en la suite. Las abro y descubro dos fantásticas habitaciones con enormes camas king size.

—¿Por qué utilizas una suite doble?
Taehyung se acerca a mí y se apoya en la pared.

—Porque en una habitación juego y en la otra duermo —murmura.

De pronto, unos golpes en la puerta llaman mi atención y entra un hombre de mediana edad. Tar lo mira y dice:
—Tráiganos fresas, chocolate y un buen champán francés. Lo dejo a su elección.

El hombre asiente y se marcha. Yo todavía estoy en estado de shock mientras observo el placer de lo exclusivo. Nos alejamos unos metros de la puerta y caminamos por la habitación. Yo me dirijo directamente a una terraza. Abro las puertas y salgo. Pronto siento a Tae detrás de mí. Me coge por la cintura y me aprieta contra él.

Después baja su cabeza y siento sus labios repartir cientos de dulces besos por mi cuello. Cierro los ojos y me dejo llevar. Noto sus manos por debajo de mi camisa y cómo éstas se agarran con fuerza a mis pezones. Los masajea y comienzo a vibrar.
Ha sido así desde que entramos en la habitación y ya siento que me quiere poseer. Lo apremia la prisa. Lo apremia hacerlo ya.

—Tae, ¿puedo preguntarte algo?

—Sí.

A cada segundo que pasa me siento más húmedo por las cosas que me hace sentir.

—¿Por qué vas tan de prisa?

Me mira… me mira… me mira y, finalmente, dice:
—Porque no quiero perderme nada y menos aún tratándose de ti. —Un jadeo sale por mi boca y ahora es él quien pregunta—: ¿Traes el vibrador?

Al recordarlo maldigo en silencio.
—No —respondo.

Él no contesta y, sin que yo me mueva, noto que me desabrocha el botón del pantalón y me baja la cremallera. Introduce su mano bajo mi bóxer, envuelve mi miembro con su mano comienza a moverlo y lo estimula.
—Dije que siempre lo llevaras encima, ¿lo recuerdas?

—Sí.

—¡Ah, pequeño…! Debes recordar los consejos que te doy si quieres que podamos disfrutar plenamente del sexo.

Asiento, totalmente subyugado, cuando su dedo se para sobre mi glande y luego saca su mano lentamente debajo de mis bóxers. Quiero pedirle que continúe. En cambio, me acerca el dedo a
la boca.
—Quiero que sepas cómo sabes. Quiero que entiendas por qué estoy loco por volver a devorarte.

Sin necesidad de nada más, muevo el cuello y meto su dedo en mi boca. El sabor de mi sexo es salado.
—Hoy, señor jeon—vuelve a murmurar en mi oído—, pagarás por no haber traído el vibrador y haber frustrado uno de mis juegos.

—Lo siento y…

—No. No lo sientas, pequeño —murmura—. Jugaremos a otra cosa. ¿Te atreves?

—Sí… —suspiro, más excitado a cada instante que pasa.

—¿Estás seguro?

—Sí…
—¿Sin límites?

—Sado no.

Lo oigo sonreír, cuando vuelven a escucharse unos golpes en la puerta. Taehyung se aparta de mí y, al volverme, veo que un camarero nos trae una preciosa mesa de cristal y plata con lo que había pedido. Tae descorcha el champán, sirve dos copas y, acercándome una, brinda conmigo.

—Brindemos por lo bien que lo vamos a pasar jugando, señor jeon.

Lo miro. Me mira.

Siento cómo mi cuerpo reacciona ante la palabra «juego». Si viera esa mirada suya en Facebook no dudaría en darle al «Me gusta». Al final sonrío, choco mi copa contra la suya y asiento con toda la seguridad.

—Brindo por ello, señor kim.

Mi Jefe El Sr. kim       (TAEKOOK) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora