CAPÍTULO 23

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Después de un maravilloso sábado juntos, el domingo de madrugada me despierto sobre las seis de la mañana y oigo unos extraños ruidos en el baño.
Me levanto y me sorprendo al ver a taehyung vomitando. Al verme aparecer, me pide enfadado que salga y que espere fuera. Le hago caso y cuando sale, con gesto dolorido, se sienta en el sillón y cierra los ojos.

—¿Qué te ocurre?

—Algo me debió de sentar mal anoche.

—¿Quieres una manzanilla para que te calme el estómago?

Tae, con los ojos cerrados, niega con la cabeza y murmura:
—Por favor… apaga la luz y vete a dormir.

—Pero…

—Kook—susurra, enfadado.

—Pero qué gruñón eres, ¡por Dios! —insisto.

—Vale… soy un gruñón. Ahora, por favor, haz lo que te pido.

Sin decir nada más desaparezco y me tumbo en la cama. No quiero darle muchas vueltas a lo ocurrido. Intento entender que, si está mal, lo que menos le apetece es tenerme a mí al lado haciéndole preguntas. Me duermo y me despierto sobre las diez. Nada más abrir los ojos, veo a Taehyung a mi lado. Sonríe y su apariencia es buena.
—Buenos días.

—Buenos días… ¿estás mejor?

—Perfecto. Como te dije algo me debió de sentar mal. —Voy a hablar y dice—: Mira lo que he preparado para ti.

A mis pies hay una bandeja con el desayuno. Y, sobre ella, una flor de papel. Como un niño en navidad, la cojo y sonrío. Él me besa y murmura:
—Déjame un hueco en la cama, luego desayunamos, ¿te parece?

—Sí.

A las doce, tras hacer el amor, lo veo tan bien, tan repuesto, que le propongo enseñarle lugares populares de seul. Lo arrastro hasta el metro, un lugar en el que Tae nunca ha estado.
—En algo soy el primero—le murmuro, haciéndolo reír—. El primero que te ha llevado al metro de seul.

Cuando nos bajamos en la estación Hoehyeon y caminar unos 300 metros aproximadamente para llegar al Mercado Namdaemun, su sorpresa es mayúscula. Ver tanta cantidad de gente de toda índole lo sorprende.
Se empeña en comprarme un pendiente de plata que he estado mirando en un puesto. Para mi gusto, cuarenta dólares es carísimo. Para su gusto, una baratija.
Al final acepto. Pero a cambio, en otro puesto le compro una camiseta de Corea con el mensaje «Lo mejor de Seoul… tú». Le hago quitarse su camisa en medio del mercado y le insto a que se ponga la camiseta que yo le he comprado.
Accede y está guapísimo con ella puesta. Nos hacemos unas fotos con mi celular y las guardo como mi mayor tesoro. Encantado, paseamos de la mano como una pareja más, hasta que, al llegar frente a un puesto de lamparitas hippies, quiere comprar dos para llevárselas a Japón y acordarse de su visita Namdaemun. Me hace elegir y yo elijo dos de color lila claro. Cuando las paga, me confiesa que una es para mí. Eso me emociona. Cada uno tendrá una en su hogar y, siempre que las miremos, nos acordaremos del otro.

Tras aquello, caminamos un rato más por el mercado hasta que Tae se niega en a seguir. La gente me da sin querer en el brazo y no quiere que nadie me haga daño. Lo horroriza que vuelva a sentir dolor. Al final, por no escucharlo, accedo a marcharnos y cogemos un taxi. Lo llevo a comer a Imum Seoulnontang en la avenida Insadong. Cuando le explico que este fue uno de los primeros restaurantes del país abriendo sus puertas en 1904 queda impresionado. Ordenamos el plato estrella que es la sopa de rabo de buey, Como era de esperar... Al japonésito le encanta. Al terminar el paga la cuenta y salimos del restaurante. Le propongo ir a otros lugares turísticos, pero él prefiere algo más íntimo.
Al final, compro unos bocadillos y Hotteok, Caminamos un poco hasta llegar a Tapgol park y nos sentamos en el mullido césped a comer, mientras reímos y revisamos las bonitas lamparitas.

Mi Jefe El Sr. kim       (TAEKOOK) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora