CAPÍTULO 11

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Una hora después, los dos tumbados sobre la cama, degustamos las fresas. Para mi sorpresa, junto a las fresas y el champán, que ya ha sido reemplazado por otra botella llena, hay un cuenco de suave chocolate caliente. Mojar la fresa en ese chocolate y meterlo en la boca me hace gesticular una y otra vez.
¡Vaya maravilla!

Mis caras divierten a Tae, que no para de sonreír. Lo noto tranquilo y distendido y me tranquiliza ver que disfruta del momento.
Le encanta encargarse de limpiar con su boca las motitas de fresa y chocolate que quedan en mis labios y se lo agradezco. Ese contacto suave se asemeja a un dulce beso. Algo que Taehyung nunca me ha dado. Sus besos son siempre salvajes y posesivos.

Un ruido llama mi atención. Su portátil está encendido y le indica que acaba de recibir un mensaje.

—¿Siempre lo tienes encendido? —pregunto.

Tae mira el portátil y asiente.
—Sí. Siempre. Necesito estar al corriente de los temas de la empresa en todo momento.

Se levanta, mira el correo y, en cuanto lo hace, regresa a la cama junto a mí. Yo me meto una nueva fresa en la boca.

—Por lo que veo, te encanta el chocolate.

—Sí. ¿A ti no?

Se encoge de hombros y no responde. Yo vuelvo al ataque.

—¿No te gusta lo dulce?

—Si es como tú, sí.

Ambos reímos.
—¿En tu casa no tienes cosas dulces? —insisto.

—No.

—¿Por qué?

—Porque el dulce no me vuelve loco.

—¿Vives solo en Japón?

No responde.
Pero por su gesto me doy cuenta de que no le ha gustado la pregunta.
Quiero saber de él, si tiene perro o gato, cualquier cosa, pero no me deja conocerlo. Es comenzar a hablar de él y se cierra por completo. Inquieto, miro a mi alrededor y mis ojos se encuentran con la cámara de vídeo.

—¿Sigue grabando?

—Sí.

—¿Se puede saber qué estamos haciendo ahora que sea interesante de grabar?

—Verte comer las fresas con chocolate, ¿te parece poco?-
Ambos nos reímos de nuevo.

—¿Se puede ver lo que ha grabado antes?

Tae asiente.

—Sí. Sólo hay que enchufar la cámara al televisor.

Nunca me he grabado mientras practico sexo y verme me provoca una cierta curiosidad.
—¿Te apetece que lo veamos? —propongo.

Taehyung da un trago a su copa y levanta una ceja.
—¿Quieres?

—Sí.

Tae se levanta con decisión.
Saca un cable de su maletín, lo enchufa a la cámara y a la tele y, con un pequeño control a distancia entre las manos, dice sentarse en la cama para sujetarme contra él:
—¿Preparado?

—Claro.

Pulsa el botón e instantes después me veo en la pantalla de la televisión. Eso me hace gracia. Mi voz suena extraña, incluso la de él. Mojo otra fresa en el chocolate y observo las imágenes. Tae me hace tocar los pañuelos y nos reímos. Después me sonrojo al ver la siguiente imagen. Tae en el suelo y yo con mi pene sobre su boca
totalmente extasiado.

—¡Dios, qué vergüenza!
Taehyung sonríe. Me besa en el cuello.

—¿Por qué, precioso? ¿Acaso no disfrutaste el momento?

Mi Jefe El Sr. kim       (TAEKOOK) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora