CAPÍTULO 32

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El camino de regreso a casa es ameno y divertido. Escuchar a mi padre y a sus amigos contar chistes es para morirse de risa. ¡Qué gracia tienen los señores! Al llegar, Yugyeom insiste en tomar algo con la excusa de que hay que celebrar el triunfo. Declino la invitación y, cuando llegamos a mi casa, sin cambiarme ni nada, bajo mi moto del remolque, agarro el trofeo y salgo disparado para la villa, donde
me espera Tae.

Cuando llego a la puerta, llamo y, dos segundos después, la enorme cancela
blanca se abre. Acelero mi moto y subo por el caminito rodeado de pinos. A lo lejos, veo la casa y a Taehyung. Parece hablar por teléfono. Acelero, hago una derrapada,
un trompo y cuando el polvo me rodea, paro la moto, lo miro y levanto mi trofeo, orgulloso.
—Te lo has perdido. Te has perdido mi triunfo.

Tae no sonríe, cierra el móvil, se da la vuelta y entra en el interior de la casa.
Sorprendido por su seca reacción, me bajo de la moto y lo sigo. Me enferma
cuando se pone tan hermético. En mi camino me quito las gafas y el casco y lo dejo sobre una mesa. Taehyung está en la cocina bebiendo agua. Espero que regrese antes de atacar.
—¿Cómo puedes haberte ido sin decirme nada?

—Estabas muy ocupado.

—Pero, Tae… yo quería que estuvieras allí.

—Y yo quería que tú no hicieras esas locuras.

—Taehyung… escucha…

—No. Escucha tú. Si tienes que volver a ir a dar saltos con la moto a cualquier otro lugar, no cuentes conmigo, ¿entendido?

—Valeeeee… no te enfades. No seas un niño.

Mis palabras lo hieren y se enfurece aún más.
—Te dije que no quería que te pusieras en peligro y tú has continuado con tu
jueguecito sin pensar en cómo me podía sentir. Te podías haber matado delante de mis ojos y yo no podría haber hecho nada para impedirlo. Por Dios, ¿cómo puedes ser tan inconsciente?
Se aparta de mi lado. Su reacción me parece excesiva.
—No soy un inconsciente. Sé muy bien lo que hago.

—Sí, claro… no me cabe la menor duda. Y, por si fuera poco, encima tengo que soportar a ese tal Yugyeom.

—Ah, no… eso sí que no, guapito —replico enfurecido—. No me parece bien que me reproches lo del motocross pero, fíjate, ¡hasta lo puedo entender! Pero que me reproches las palabras de yugy, no, ¡eso sí que no!

—¡«Nuestro chico»!, dice el imbécil —farfulla furioso—. No ha parado de hacer comentarios incómodos todo el rato ante mí. Si no le he partido la cara ha sido por respeto a tu padre y al suyo, porque si por mí hubiera sido… —Y antes de que yo
pueda replicar, me pregunta—: Dijiste que habías tenido algo con él, ¿sigues teniéndolo?

No respondo. No quiero revelarle lo que Yugyeom me dijo que sabía de él, ni lo que hubo entre nosotros, pero Tae insiste:
—Respóndeme, ¿qué ha habido entre ese tipo y tú?

—Algo. Pero fue sin importancia y…

—¿Algo? ¿Qué es ese algo? —exige con voz gélida.

—¿Acaso te he pedido yo a ti un listado de todas tus amiguitas de juegos? —le pregunto, sorprendido por el cariz que está tomando la conversación—. Si mal no
recuerdo, tú fuiste el primero que quiso tener algo conmigo sin…

—Sé muy bien a lo que te refieres. Pero creo que eres lo suficientemente maduro como para entender que eso entre nosotros ha cambiado.

—¿Ah, sí?

Sin cambiar su gesto, insiste enojado.
—Te acabo de hacer una pregunta. Yo siempre he sido sincero contigo. Cuando regresé en tu busca, me preguntaste si había jugado con Amanda y yo fui sincero. ¿No puedes serlo tú ahora?

Mi Jefe El Sr. kim       (TAEKOOK) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora