CAPÍTULO 20

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Cuando todo acaba, Amanda, Taehyung y yo nos dirigimos hacia la limusina que nos espera y sin darle tiempo a Tae para que vuelva a humillarme, me siento directamente junto al chófer.

Los oigo hablar. Incluso oigo cómo Amanda cuchichea y ríe como una foca.
Oigo lo que hablan y me enfurezco. No quiero hacerlo. Sólo hay que mirar a Amanda para saber qué es lo que busca. ¡Perra!
Espero que dividan los ambientes en la limusina, pero esta vez Tae no lo hace. Desea que me entere de todo lo que dice. Habla en japonés y oírlo me agita. Me provoca.
Al llegar al hotel, la limusina se detiene. Abro mi puerta y desciendo.
Deseo con todas mis fuerzas perder de vista a Taehyung y a esa imbécil, pero espero educadamente a que mi jefe y su acompañante bajen del coche. Después me despido y me marcho.
Casi corro hasta el ascensor y cuando se cierran las puertas, suspiro aliviado.
¡Solo!

El día ha sido horroroso y quiero desaparecer. Cuando llego a la suite tiro el maletín sobre el bonito sofá.  Pongo un poco de música en mi celular y me despeino, me quito
la chaqueta del traje y me saco la camisa del pantalón. Necesito una ducha.
Entonces suenan unos golpes en la puerta. Mi mente intuye que es él. Miro a mi alrededor. No tengo escapatoria a no ser que me lance desde la terraza del hotel y
muera aplastado en plena calle. ¡Qué tristeza para mi pobre padre! ¡Ni hablar!

Decido ignorar las llamadas. No quiero abrir, pero insiste.
Cansado, abro finalmente la puerta y mi cara de sorpresa es mayúscula cuando veo que es Amanda quien está ante mi puerta. Me mira de arriba abajo.
—¿Puedo pasar?—me pregunta en japonés.

—Por supuesto, señorita Fisher —respondo.

La mujer entra. Cierro la puerta y me doy la vuelta.
—¿Vas a quedarte el fin de semana, como hiciste en el anterior distrito? —

me pregunta, antes de que yo pueda decirle nada.Hago lo que suele hacer Tae. Tuerzo el gesto. Pienso… pienso y pienso y finalmente respondo:
—Sí.

Mi contestación le molesta. Se pasa la mano por el pelo y pone los brazos en
jarras.
—Si tu intención es estar con él, olvídalo. Él estará conmigo.

Arrugo el entrecejo, como si me hablara en chino y no comprendiera nada.
—¿De qué está hablando, señorita Fisher?

—Tú y yo sabemos muy bien de lo que hablamos. No te hagas el idiota . No eres el pobreton coreano que ve en Tae una fortuna , ¿verdad?

Me quedo boquiabierto por lo que acaba de decirme. Pestañeo, y dejo salir a la demonio que llevo dentro.
—Mira, guapa, te estás confundiendo conmigo. Y si sigues por ese camino vas a tener un problema, porque yo no soy de las personas que se callan ni se amilanan. Por lo tanto, cuidadito con lo que dices, no te vaya a tener que jalar del pelo un "pobre ton coreano".

Amanda se aleja un paso de mí. Mi advertencia ha debido de sonarle verosímil.
—Creo que lo más inteligente por tu parte es que te alejes de él —añade—. Yo me encargaré de todo lo que Tae necesite. Lo conozco muy bien y sé cómo satisfacer sus deseos.

Aprieto los puños. Tanto, que me clavo las uñas en ellos. Pero soy consciente de que no puedo actuar como deseo.  Ella es una "Dama" claro si se le puede llamar así, y gay o no yo soy un hombre, físicamente tengo más fuerza que ella, tampoco me gustaría aparecer en las noticias como un agresor de género. Así pues, cuento hasta veinte, porque hasta diez
no me basta, me dirijo hacia la puerta y la abro.
—Amanda —le digo, con toda la amabilidad del que soy capaz—, sal de mi habitación porque, como sigas aquí, algo muy feo va a pasar.

Cuando se va, doy un portazo mientras por mi boca sale de todo, menos cosas bonitas. Me quito los zapatos y los lanzo con furia contra el sofá. ¡Maldito sea!
Mi indignación me enloquece. Tae me ha estado utilizando para dar celos a
aquella muñeca hinchable. Maldigo y doy una patada al caro sillón. ¿Cómo he sido tan tonto? Sin querer pensar en nada más, saco mi portátil cuando mi móvil
suena. He recibido un mensaje. Tae.

Mi Jefe El Sr. kim       (TAEKOOK) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora