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" Tú eres para mí la roca que me da refugio; ¡tú me cuidas y me libras! Me proteges como un escudo, y me salvas con tu poder. ¡Tú Eres mi más alto escondite!"
Salmos 18:2 TLA

B E T H A N Y

Son las cinco y media de la mañana, y estoy tratando de dormir luego de haber orado por unos minutos, sencillamente me ha perturbado mucho ese sueño. En la oscuridad de mi habitación, coloco una mano en mi pecho, aún siento mis latidos haciendo un compás desordenado. Cierro mis ojos y aún veo a esa mujer, pero al mismo tiempo, escucho la voz del Espíritu Santo diciendo "ten paz".

Unos minutos después, la puerta de mi cuarto se abre, así que me quito la sabana de la cara, mi papá me alumbra con su celular.

—¿Estás despierta? —Pregunta en un susurro.

—Claro que sí pa... ¿Qué ocurre? —Inquiero.

—Salimos en treinta minutos—Me dice—Vístete y baja con tu bolso.

Para mi papá media hora es media hora, y a él no le importaría irse con o sin nosotros, no, no es una mala persona, le gusta enseñarnos disciplina, y claro, lo había olvidado, ayer luego de entregar nuestro ayuno dijo que nos llevaría a todos a un lugar muy especial, que preparáramos nuestro equipaje pequeño con ropa fresca o de algodón, algo así, ah y que nos acostáramos a dormir temprano, yo le obedecí, mientras que esté de vacaciones debo dormir lo que no puedo en Ithaca. Menos mal que antes de acostarme dejé todo listo, incluyendo la ropa que me pondré.

Tomo una ducha caliente muy rápida, con la intención de que mi cuerpo entre en calor, ante el repugnante frío que está haciendo, al terminar de vestirme, tomo mi mochila de cuero blanco, y mi pequeño bolso para viajar y bajo las escaleras. En la sala, están gran parte de la familia a excepción de la esposa de papá, mis hermanas Abby y Zoe, siempre son las que más se tardan arreglándose, mi padre advirtió que teníamos cinco minutos para embarcarnos en los autos, en el auto de él irán: su esposa Lucy, mi hermana Abby y su esposo Oliver, y en mi auto (sí, mi primer auto, el cual obviamente no manejaré hoy) iremos: Kev, Z, Theo y yo. Papá irá al frente para guiarnos a nuestro destino, sólo él sabe a dónde vamos y no quiere decirnos.

En cinco minutos, la casa ya está totalmente cerrada y todos estamos en los autos, yo me voy en el asiento de copiloto de mi auto Dios ¡Lo extrañaba tanto! Cuando me mudé a Ithaca opté por no venderlo, porque por supuesto, tengo la convicción de que volveré a vivir aquí en San Francisco, y desde luego lo usaré. Kevin por su parte, si vendió su auto, y conociéndolo, sé que se arrepiente, el suyo se ha quedado en Boston, yo también tengo un auto pequeño que me ayuda a moverme sin depender de nadie, aunque claro está, casi ni lo uso.

Me percato en el espejo de la ventanilla de que tengo mis ojos hinchados, con unas enormes ojeras ¿Pero saben qué? ¡No me las ocultaré! Trataré de fingir que no existen. Al cabo de un rato, salimos del vecindario, y comenzamos a tomar las vías que nos llevan a la ciudad, aún la luna está en el cielo nublado y frío, pero San Francisco es una ciudad llena de luz, nunca duerme. Z y Theo, se encuentran durmiendo, sí, ellos son así, salieron convertidos en unos personajes de The walking dead de la casa, para dormir en el camino, yo sé que se acostaron tarde ayer.

Kev puso algo de música para generar ambiente, sé que es su manera de acercarse a mí, creo que piensa que estoy molesta con él porque no me contó lo de su noviazgo, pero en realidad, no tengo nada de qué hablar respecto a eso, o quizás sí, el hecho, es que conversar con Theo en la víspera de nuevo año me ayudó muchísimo para entender la situación de Kev

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