9

387 98 14
                                    

"Te digo que sus pecados -que son muchos- han sido perdonados, por eso ella me demostró tanto amor..."
Lucas 7:47 NTV

B E T H A N Y

Aún dentro del auto, y recorriendo las grandes autopistas que conectan con la ciudad, trato de convencerme a mí misma de que esto no es un sueño largo, que todo es real. Que estoy de camino a mi casa con Jeremy Fatih a mi lado, han pasado los años pero aquí estamos, eso que creí imposible, ocurrió, cuando ni siquiera esperaba que pasara. Tengo tanto que agradecerle a Dios, tantas veces se lo pedí en oración, una oportunidad, sólo para hablar con él, pedirle perdón y siendo optimistas, poder ser los mejores amigos que una vez fuimos, aunque, honestamente, eso último es mucho pedir, es como si le pidiera a Dios que me haga respirar debajo de agua.

Pero sonrío, sintiéndome agradecida, porque mi Padre verdaderamente me ha sorprendido antes de que el año finalice. Hace un tiempo atrás, una mujer oró por mí, profetizando "Antes de que éste año finalice, te sorprenderé con un profundo anhelo en tu corazón", al principio me entusiasmé con la palabra, pero al pasar los meses y especialmente cuando llegó diciembre, consideré que ya no sucedería.

Quizás esto de Jeremy, no tenga nada que ver con una bendición ministerial, pero si está muy relacionado a mi vida emocional y espiritual, desde que conocí a Jesús, me he visto envuelta en la necesidad de manifestarle mi perdón de forma verbal, pero nunca pude hacerlo, nunca tuve la oportunidad, quizás ni siquiera era el tiempo, y aunque me cueste reconocerlo en voz alta, nunca me lo propuse por causa de mí cobardía; él se había ido a Nueva York para estudiar la universidad en Juilliard, yo un año más tarde empecé mis estudios en Ithaca y me encontraba a sólo cuatro horas de distancia.

Imaginaba éstos escenarios dónde yo tomaba la determinación de viajar y me encontraba con Jeremy y nos perdonabamos, pero cuando reflexionaba entorno a un posible rechazo, descartaba la idea y seguía enfocándome en mi vida.

Un par de años más tarde, intenté contactarlo a través de sus redes sociales, sus perfiles eran completamente privados, también me dí por vencida, no pude enviar el mensaje que me tomó horas escribir.

Recuerdo también que en dos ocasiones estuve buscándolo en navidades y vacaciones aquí en San Francisco en su iglesia, pero siempre que yo llegaba al lugar, Jeremy ya se había ido, además, la congregación que pastorea su padre es grande, así que un "encuentro casual" habría sido un tanto complicado.

Me frustré, lógicamente, me enojé con Dios, después se me pasó y dije que hiciera su voluntad, dejé de martirizarme con ello, han pasado los años, y aquí está él, ni siquiera tuve que buscarlo ¡Dios lo puso en mi camino!

—¿En qué piensas? —Inquiere, interrumpiendo mis pensamientos.

—Todo esto me sigue pareciendo irreal—Expreso señalandonos a ambos—¡Pero Dios es tan bueno! —Exclamo tan emocionada, que no me doy cuenta que he alzado la voz, la pastora Naomi voltea hasta donde estamos nosotros y sonríe.

—Todo el tiempo es bueno Hannie...—Hace una pausa—¿Hace cuanto que se vieron? —Pregunta en dirección a Jeremy.

Él observa su reloj—¿Sinceramente? Hace cuatro horas, creo...—La pastora abre muchos sus ojos, como si no lo creyera.

—Ustedes dos—Nos señala a ambos—¿No se pusieron de acuerdo para volar hasta acá?

Jeremy niega—No.

El Pastor Mark suelta una risita, se detiene en un semáforo y voltea hacia nosotros, al igual que su esposa. Jeremy tiene tanto de los dos, el cabello rubio cenizo como el de su madre, al igual que las cejas asimétricas, las pecas y lunares que bañan su rostro, pero los ojos y nariz, son definitivamente de su padre. La sonrisa y forma de labios, si es un poco de ambos, al igual que su carácter.

Más de ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora