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"Somos como el día y la noche: siempre cerca y nunca juntos."
—Desconocido.

El sonido de una llamada me pone en estado de alerta ¿Quién podrá ser a éstas horas de la madrugada? Acerco mi celular para verlo, ¡Demasiada luz! Entrecierro mis ojos para saber quién me está llamando a las 7am, bien, no es tan temprano como creí...

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El sonido de una llamada me pone en estado de alerta ¿Quién podrá ser a éstas horas de la madrugada? Acerco mi celular para verlo, ¡Demasiada luz! Entrecierro mis ojos para saber quién me está llamando a las 7am, bien, no es tan temprano como creí ¿Una videollamada? ¿De Brooklyn? ¿Habrá ocurrido algo?

Contesto la videollamada aún sin encender la luz.

Está sonriendo y se ve fresco como una lechuga.

Arquea una ceja—¿Bethany? ¿Estás ahí?

Froto uno de mis ojos con la mano que no tengo ocupada—Sí, aquí estoy—Respondo adormitada.

—¿Te desperté?—Pregunta.

Contesto haciendo un sonido nasal. Paso mi mano sobre mi cabello, para despejar mi cara de los mechones desordenados—¿Dónde estás?—Pregunto al ver que está en un lugar concurrido.

—En el café que está cerca de la iglesia—Cambia la dirección de la cámara y me muestra el lugar,  luego regresa nuevamente a la cama frontal—He decidido ordenar el café que me recomendaste la última vez vinimos juntos, así que quise llamarte para que veas mi reacción al beberlo, ya que, si no me gusta, te tocará invitarme uno cuando regreses.

Me siento en la cama y enciendo la luz que está sobre la mesita de noche. Ahora aparezco en la cámara, luciendo como cualquier persona recién levantada.

Él deja de hablar y me observa, yo arqueo una ceja en respuesta—¿Qué?—Pregunto.

Parpadea un par de veces y luego niega—No, nada.

¿Y ahora qué mosca le picó?

Lo miro con suspicacia—¿Seguro que no es nada? Porque me iba a disculpar, no era mi intención asustarte con mi cara de recién levantada, pero es lo que hay—Señalo—Fuiste tú quién llamó—Comento ésto último con jovialidad.

Él hace un intento de sonrisa— ¿Siempre te levantas de buen humor?

Hago un gesto con mis labios, sopesando su pregunta—Generalmente... eh ¿Cuánto le falta a ese café?

—Diría que unos 10 minutos, aún tengo a tres personas frente a mí en la fila ¿Por qué?

—Dame esos diez minutos y te regreso la llamada ¿Te parece bien?—Propongo.

Con su gesto cuestiona mi propuesta—¿Segura que me regresas la llamada? Porque hace unos días me dejaste en visto.

Suspiro— Sí te regresaré la llamada, además—señalo—Tú siempre me dejas en visto—Lo acuso.

Rueda sus ojos y luego sonríe ¡Lo atrapé!

—Bien, esperaré tu llamada—contesta a regañadientes y corta la llamada.

Más de ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora