36

259 44 26
                                    

A la edad de diecisiete años, fue la primera vez que oré por el hombre que se convertiría en mi esposo algún día

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A la edad de diecisiete años, fue la primera vez que oré por el hombre que se convertiría en mi esposo algún día. Estaba muy joven, con todo y eso, le pedí a Dios tres cosas que me harían reconocer al hombre que tenía para mí vida.

Uno: Debe amar a Dios por sobretodas las cosas. La biblia dice: "Él que ama ha conocido a Dios porque Dios es amor".

Dos: Que los dos sirvamos a Dios con todo. Es decir, sin limitantes, ni ataduras, que lleguemos a ser un apoyo para el ministerio del otro.

Tres: Que me transmita paz.

No estoy en busqueda de un tipo idealizado, o de un hombre perfecto, porque yo no soy una mujer ideal o perfecta. Soy plenamente consciente de que algún día me casaré con un hombre imperfecto, pero mientras que Jesús sea nuestra roca, la edificación (matrimonio) no se vendrá abajo.

El domingo, al regresar de la casa de los Pierce, le pedí a Jeremy que me llamara, cuando lo hizo, le conté todo acerca de lo acontecido. No dijo mucho.

—Lo más importante aquí, es que tú te sientas cómoda con la decisión que tomarás—Suspiró—No te sientas obligada a salir con él.—Aclaró su garganta.

—No lo hago Andy, no me emociona mucho la idea de estar en una "cita" con Brooks.

—Entonces, díselo, él está esperando por una respuesta.

* * *

Hoy es miércoles, estoy preparando mi desayuno mientras que Chelsea y yo videollamamos, está muy feliz porque Kevin volará ésta tarde a Nueva York para pasar unos días con ellos. Siento un poco de nostalgia, a mí también me gustaría estar pasar tiempo con ellos.

Cuando nuestra conversación cambia de dirección, le cuento los acontecimientos en relación a Brooklyn.

—¡¿QUÉ?! ¿TE BESÓ?—Exclama, casi escupe su cereal—¿Bombón Pierce te ha besado?

Me doy un golpe en la cara con la palma de mi mano.

—Ojalá y Kev nunca te escuche decir eso—Replico.

—Brooklyn Pierce es lindísimo Hannie, todos lo saben—Parece recordar algo—  Él era la sensación de los campamentos, su actitud indiferente hacia suspirar a las chicas.

Ahogo una risa—Creo que sigue siendo la sensación en su iglesia. Y también sigue siendo indiferente.

Reprime un grito—¡No puedo creer que te haya besado!

Hago una mueca—Ni yo, él no es de hacer esas cosas.

Frunce su ceño—¿No te ha gustado?

Sacudo mi cabeza en negación, arrugando mi nariz y le doy un sorbo a mí jugo.

—¿Por qué no? Le profesaste amor eterno hace dos años—Dice en un tono burlón—¿Qué ha cambiado?

Me encojo de hombros—Todo cambió—Digo— Es decir, tu sabes lo que pasó, sabes que no siento lo mismo.

Más de ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora