Angel

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La enfermera lo condujo a la habitación Zero. Alejada de todas las demás habitaciones y resguardada por varias puertas y métodos de seguridad.

Sentía miedo, tanta seguridad le causaba inseguridad (por más tonto que suene), inclusive ningún otro doctor o trabajador del hospital quería hablarle sobre ese paciente.
Siempre que preguntaba la gente cambiaba de tema, se inventaba una excusa para irse o simplemente le decían "No puedo hablar de eso" y salían corriendo.

Además no había visto el contenido de la casi vacía carpeta del paciente.

Quizás fue mala idea firmar ese contrato.

Acompañado de dos guardias y una enfermera lo único que lo separaba de "Zero" era una puerta de metal.

Los guardias la abrieron bruscamente, pudo ver la silueta de un hombre entre la penumbra de la habitación. Rápidamente los escoltas sacaron unos rifles de caza y le dispararon al sujeto el cual cayó al suelo estrepitosamente.

Anthony se alarmó, ¡Habían matado al paciente!. O eso parecía.

—No está muerto, está dormido. Son dardos tranquilizantes que poseen una poderosa droga sedante, gracias a ellos podemos mantenerlo controlado.— señaló la enfermera de monótono rostro

Los guardias entraron y dieron la señal de que era seguro pasar. Envolvieron al paciente aún dormido en una camisa de fuerza y lo sentaron en una silla.

Suspiró profundo, sacó valor desde quien sabe dónde y entró, o eso planeaba hacer.

La enfermera lo tomó del brazo deteniendo su marcha y le susurró suavemente al oído —Por ningún motivo y bajo ninguna circunstancia se te ocurra decirle tu nombre—

Y con todos esos consejos y sus piernas temblando entró a la habitación cerrando la enorme puerta que se decía que había sido construida con metal del mismo que se usó para construir el Empire State.

[...]

Comenzaba a despertar, como odiaba esos dardos,  dolían mucho y siempre lo dejaban somnoliento incluso después de varias horas.
Al abrir los ojos lo primero que pudo ver, además de la camisa de fuerza, fue una persona sentada frente a él.

Una persona joven de hermosas facciones: un rostro delicado con grandes ojos de chocolate, labios rosados, y mejillas rojas, cabello Castaño claro que con la tenue luz que se colaba por la ventana brillaba cual caramelo y como olvidar su cuerpo, o la parte que era visible, delgado y escondido debajo de la bata de doctor.

Por culpa de los dardos (y de otras cosas más sobrenaturales) creyó que estaba alucinando.

—¿Acaso eres mi Angel que vino a rescatarme de este pozo?— preguntó con voz adormilada.

El chico se asustó, pegó un pequeño brinco en su silla y volteo a ver al paciente bastante avergonzado —¡¿Que?! No no no no no, yo no soy nada de eso, yo soy An...— las palabras "no le digas tú nombre" resonaron en su cabeza — An.... gel, Si, s-soy Angel—

—No solo lo pareces, si no también te llamas así... Angel— volvió a decir el adormilado.

Suspiró con resignación, el miedo se había vuelto vergüenza ante aquella ridícula situacion.

Ahora debía entrevistar y conocer a su paciente.
Era hora de leer la carpeta y descubrir por qué el hombre estaba aquí.

Doctor "Angel" a su servicio.

PACIENTE ZERO [RadioDust]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora